No quiero ser cenizo y dedicarme a destripar el programa "cultural" que con tanto cariño ha preparado el Gobierno de Navarra para animarnos a celebrar por todo lo alto la festividad de San Francisco Javier (también conocida como "Día de Navarra"). Podría hacerlo. Y lo haría si tuviera más espacio. Pero no lo voy a hacer. No merece la pena. Además no me parece mal en sí mismo que una Institución que nos representa a todos prepare algunos festejos para hermanarnos un poco. Así que mejor no voy a decir qué es lo que me parece lo programado en esta ocasión. Porque si empiezo a criticarlo van a decir que soy demasiado negativo. Así que nada, dejaré pasar esa mediocre programación cultural sin calificarla. Ahora bien. Lo que echo en falta es que seamos capaces de celebrar el día de Navarra (por cierto, ¿es un día o es una semana?) todos los navarros y no solamente los que viven del presupuesto foral. Es decir, que por un lado no me parece del todo mal que los políticos se compliquen un poco la vida para devolvernos en forma de espectaculitos algunos de los cuartos que nos han sacado en estos tiempos de crisis. Pero por otro lado no se por qué cada cual no celebra el día del Patrón a su estilo, y según su bolsillo, con una buena comida, por ejemplo, con la familia o los amigos, cantando jotas, tocando el bajo eléctrico o haciendo el payaso. Es decir, siendo algo más que un mero espectador de las cosas que contrata la Administración. En definitiva, que me parece que no está de más recordar que Navarra -y lo que Navarra tenga que celebrar- es algo más que el cada vez más autónomo y opresivo entramado funcionarial de Navarra-punto-es.