Poco a poco van llegando las cosas navideñas -incluso la misma Navidad- como un reclamo publicitario que nos invita a hacer más compra, más gasto, más consumo. Detrás del derroche que nos lleva a comprar herramientas que no duran, modas que pasan, objetos y servicios tan baratos que no se valoran, hay algo más que un impulso primario. Está la teoría genial de las lumbreras ideológicas que afirman que eso es lo que tenemos que hacer para que todo marche: consumir, gastar, comprar. Porque así creceremos. Sin embargo somos cada vez más los que pensamos que la salida a la crisis no debiera ser una especie de huida hacia adelante basada en premiar la especulación y fomentar el consumo. Naturalmente que si hacemos eso tendremos algo parecido a prosperidad y bienestar durante algún tiempo. Pero ¿hasta cuando?. Y además ¿no dificultaremos así enormemente la salida de la próxima crisis?. Es como si para acabar con el terrorismo o la piratería decidiéramos incrementar el pago de rescates y extorsiones. ¿No creen que esa política nos lleva a un callejón sin salida cada vez más estrecho?
Si no aprovechamos esta crisis para ganar un poco en austeridad y gusto por lo sencillo… Si ahora no redimensionamos, es decir, si no humanizamos el mundo de la economía, de la producción y del consumo ¿cuándo lo haremos?
Jerónimo Erro