¿Y qué pasa con lo que no entra en los cálculos económicos?

¿Qué pasa con el amor al arte, el tiempo libre, el altruismo, la caridad gratuita, la amistad? Tanta crisis nos hace poner la lupa y la calculadora en todo lo que se menea con lo que corremos el riesgo de matar la poca poesía que nos queda en medio de tanto guarismo materialista. ¿Recuerdan la estupidez aquella que en los lejanos días de la última huelga general dejó caer un sindicalista profesional al pedir una «huelga de abuelos»?. Pues bien, llega ahora a mis manos el comunicado que ante aquella boutade difundió la Asociación de Abuelos Separados de sus Nietos (www.abuelosseparadosdesusnietos.org). Para este colectivo de víctimas del divorcio el papel de abuelo no es equiparable a un trabajo, especialmente porque en todo caso, siguiendo el reduccionismo economicista, ellos serían una especie de «abuelos en paro». Por eso prefieren definir el ejercicio de su abuelez como algo natural que se ha convertido, hoy por hoy, en un privilegio, especialmente en el caso de los abuelos paternos.
¿Ven hasta qué punto la política, o la economía, desquiciadas, agrandadas artificialmente por unos y otros, son incapaces de colmar el corazón del hombre normal? Y esto es solo un pequeño ejemplo. Seguro que encontraríamos muchos otros si fuéramos capaces de parar un momento y, sin las gafas de producir, nos dedicásemos a observar a las personas.

Jerónimo Erro

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CLAVES EN OPINIÓN

3 respuestas

  1. Tiene Ud razón, don Jerónimo. Nos falta a todos reflexión, introspección, un poquito de meditación en silencio.

    La dimensión espiritual de nuestra generación se ha perdido. Fíjese que soy crítico con su línea que a mi me parece nacional/católica. Sin embargo, ¡qué cerca estoy de Ud. en la urgente necesidad de recuperar la dimensión espiritual del hombre!

    Si solo somos lo económico es que solo somos material. Incluso un ateo puede tener una vida espiritual, basta, como dice Ud. parar u mirar a las personas sin ningún propósito utilitario ni otra finalidad que ser durante el tiempo que nos es dado para ser.

  2. Spurgus, me encanta Ud, si me permite la «declaración» cuando habla de los espiritual; estoy muy de acuerdo con Ud. Yo me siento primero católico, humilde católico, que intenta ser cada día un poquito mejor y también me siento muy español, pero separo totalmente una dimensión de la otra, aunque muchas veces desde fuera se mezclan.
    La verdad es que es grave, muy grave, el utilitarismo y el materialismo que se ha metido hasta la médula, en las cosas más bonitas de la vida, la amistad verdadera entre personas, el amor entre un hombre y una mujer, el de un padre con un hijo, etc.
    Pero es lo que hay. De hecho, se percibe una gran hambre de sentirse escuchado, comprendido, aceptado, amado, en cuanto se rasca un poco en casi toda la gente.
    Yo soy economista, me gusta mi trabajo, aunque muchas veces, decides duramente sobre muchas gente, pero intento siepre poner humanidad, no dar falsas expectativas, etc.
    Cada uno tenemos un amplio campo de actuación para intentar amar a Dios y a los hermanos, y para intentar dejar este mundo un poquito mejor que como lo encontramos.

  3. Pedro J.- La situación es tan mala, que solo podemos ser optimistas. La gente está tan desorientda, tan decepcionada, tan estresada, tan afectada que es una fenomenal ocasión para volvernos hacia la cara interior. Es una reacción facil de entender. Puede ser una huída de la realidad, si no se enfoca bien, un movimiento pendular…

    Hemos de crecer en todo: en lo material, y también en lo espiritual. Cuando la desconfianza de la gente es tan grande, la necesidad de hermanarnos, unirnos en grandes objetivos comunes, y dejar de lado las «verdades» absolutas de cada cual, para el ámbito estrictamente privado también es exponencial. Hemos de superar la pretensión de construir el mundo en torno a «nuestra» religión, «nuestras» costumbres y «Nuestras convicciones», salir al encuentro del otro, sin debilidad, pero sin esas reservas que lo cosifican y recuperar un acuerdo y una confianza.

    Y esta reorientción de nuestro mundo (todo, que en Europa y los estates cuecen habicas) lo tenemos que liderar gente como nosotros.

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