Sr. Director
La concesión del Nóbel de Medicina al profesor británico Robert Edwards, ha provocado reacciones de perplejidad, por la verdadera naturaleza de la puerta abierta por sus investigaciones. Desde la Academia Pontificia para la Vida se ha subrayado que “sin Edwards no se daría el mercado de óvulos,» ni habría «congeladores llenos de embriones en espera de ser transferidos a un útero» pese a que «probablemente terminarán por ser abandonados o morir», cuando no utilizados en investigación científica. Cuesta entender que manifestaciones tan diáfanas no sean entendidas y nuevamente hayan provocado críticas contra la Iglesia. ¿No es cierto que estas investigaciones han producido millones de embriones (seres humanos)? ¿Sabemos que suerte les correrá? ¿Creemos que esto merece un Premio Nobel?