Ahora vive en sus propias carnes el ex-consejero el drama de los objetores. Aquellos que anteponen su conciencia a lo que consideran una ley injusta.
En una sociedad donde la disidencia ideológica te coloca fuera del sistema, el que fuera consejero ha sido echado a las tinieblas exteriores por no someterse a una disciplina de voto que aherroja las voluntades y conciencias individuales.
¿Para qué queremos Diputados, para qué Consejeros, si, finalmente, lo resuelve todo el Presidente? Más Estado y menos individuo. Imparable.
Carlos, bienvenido al club.