La ley de matrimonio homosexual hace figurar sobre el papel lo que no puede ser aparente y menos aún real. Pocos homosexuales formalizan su relación, y evitan, así, problemas. Existe entre ellos la experiencia general de inestabilidad del compromiso, y saben de sobra que no se puede cambiar la naturaleza biológica aunque pueda violentarse. Una cosa está clara: las personas merecen todas respeto; distinto es considerar todo igual y del mismo valor. El movimiento del homosexualismo es de tipo político, no una necesidad social, y parte del feminismo radical. Su objetivo es eliminar la secular y universal institución matrimonial como unión fiel del hombre y la mujer abierta a la vida. El activita homosexual Michael Signorile decía: “Luchar por el matrimonio del mismo sexo y sus beneficios y entonces, una vez garantizado, redefinir la institución del matrimonio completamente, pedir el derecho de casarse no como una forma de adherirse a los códigos morales de la sociedad sino de desbancar un mito y alterar radicalmente una institución arcaica (..). La acción más subversiva que pueden emprender los gays y lesbianas es transformar por completo la noción de familia”. Sí, su finalidad es acabar con el compromiso, la unión fecunda y la vinculación paterno-filial. Con al ley circula el matrimonio homosexual como las monedas falsas, que si hubiera muchas se produciría gran desconfianza. El PP se comprometió a recurrirlo.