Rodríguez Zapatero, después de que 2008 fuera el año de más aumento del paro de la historia, reconoce la destrucción de empleo. A principios de año propuso el Plan E, plan que no era más que una mera operación de marketing porque se limita a empaquetar las escasas medidas que ha puesto el Gobierno en marcha en los últimos meses. El marketing es necesario y también lo es un liderazgo para generar confianza. Pero gestos vacíos como los del Plan E generan más escepticismo. En el vídeo Zapatero recurría a la peor fórmula para un gobernante cuando se plantea un problema serio: el voluntarismo. Afirmaba que el Gobierno va "a poner toda su energía" en resolver la crisis y vuelve al viejo argumento de que apuesta por la protección social para que los parados cobren la prestación que han generado. Como si alguien lo hubiera puesto en cuestión. El voluntarismo y la falta de una política económica clara son una mala combinación. Los 8.000 millones de ayuda para los municipios van a notarse en aquellas localidades más castigadas por el desempleo, pero cuando llegue la primavera y se agoten los efectos de esta medida puramente paliativa, se hará aún más evidente que el Plan E no es nada.