El día de la Iglesia Diocesana que celebramos el domingo ha vuelto a recordarnos un mensaje necesario. La Iglesia es familia y la familia es Iglesia, ambas instituciones crecen y se manifiestan en la sociedad del mismo modo, estableciendo entre los hombres las mejores relaciones posibles: las de filiación y las de fraternidad. Tanto en la Iglesia como en la familia se nos quiere a todos por lo que somos, se nos acoge tanto si estamos enfermos como sanos, si estamos alegres como tristes… porque ambas instituciones se basan en el amor sin condiciones. La celebración de este día se agradece porque todos esperamos ser queridos y necesitados y eso lo encontramos, y lo encontraremos siempre, en nuestras pequeñas iglesias domésticas, constituídas en y desde nuestro propio hogar, y siempre también en nuestra gran Iglesia Diocesana.