En calidad, suspende el estado español


 Hoy en día, la calidad es un factor inherente a cualquier labor
humana. Podríamos decir que la riqueza de una organización está en la
calidad de su gente, en su educación y en su sentido de dignidad.
Cuando una sociedad se crea así, esa sociedad esta lista para el
progreso y el bienestar de sus miembros.
 Por eso, las organizaciones empresariales que triunfan, en el mercado,
han adoptado la Calidad como pauta competitiva frente a ese entorno tan
cambiante en el que se encuentran inmersas. Pero “… Calidad supone
el cumplimiento de una serias “normas” y para ello resulta del todo
imprescindible que al afrontarlas, halla conciencia por parte de quienes
toman las decisiones organizativas, en un "compromiso" claro y rotundo a
favor de la Calidad
 La Calidad resulta hoy imprescindible en el mundo globalizado de
nuestras empresas –Y más con la crisis-, donde la competencia y el
flujo de conocimiento se incrementen a un ritmo vertiginoso; lo que ha
traído aparejado una evolución del cliente quien, hoy por hoy, es
mucho más exigente que en tiempos pasados. La verdad es que son ya
muchas, de entre nuestras empresas internacionales, las que han
conseguido llegar a unos objetivos de calidad y excelencia valorados muy
positivamente en los mercados internacionales. Pero, si esto es así, en
nuestra élite del mundo empresarial ¿Cómo será en nuestras
instituciones publicas,… de las que tanto dependemos? ¿Realmente el
ciudadano de hoy es, también, más riguroso, con su administración
pública estatal, autonómica y municipal, exigiendo calidad?
 Un sencillo ejercicio:
 Constatemos el sistema evaluatorio de la calidad mediante una
compulsación reconocida internacionalmente y que se enseñan en todas
las universidades del mundo. Para ello observaremos que los elementos a
la entrada se encuentran en un determinado “estado inicial”. Al
término del proceso, a evaluar, se encuentran en un “estado final”.
Toda la acción del sistema esta orientada a conseguir que todos los
“productos”, “servicios” o “individuos” alcancen un
determinado “estado ideal”. Mediante una sencilla formula: Calidad =
(Nivel Final – Nivel Inicial)
 Si aplicamos este simple, pero reconocido, método a nuestro instaurado
sistema político y social llegamos a la desesperanzadora conclusión de
que el nivel de calidad esta bajo cero. Vamos, que en un sistema
operativo empresarial, de gran empresa, esta “hipotética mercantil”
–el estado- y otras coetáneas -partidos políticos-, gozaría de la
peor fama posible y no le compraría nadie ni un palo. Seguramente la
empresa, en cuestión, estaría ya cerrada; sus trabajadores y gestores
todos despedidos –cuando no intervenidos judicialmente, estos últimos
 Por si ansiamos soluciones a futuro:
 Uno de los procesos que intervienen a la hora de evaluar la calidad en
el mundo del comercio y de la venta de servicios es el de compulsar el
nivel de satisfacción del cliente/ usuario / o ciudadano, según el
caso. Se puede, así, visualizar la diferencia entre producto y
resultado, como la brecha existente entre el producto y las expectativas
que, de este, se tienen.
 Todo, porque una buena gestión evaluatoria hará posible un trabajo
más profesional de las personas implicadas (clientes, empleados,
ciudadanos y cualquier otro grupo de personas). Fijar objetivos, evaluar
resultados y, sobretodo, corregir determinados rumbos.
 Si consideramos a nuestras Elecciones Cuatrienales como el “único”
método utilizado para que el ciudadano pueda emitir un juicio de valor.
¿…Alguien creé que esto puede ser eficaz y suficiente, bajo
parámetros de calidad? ¿Alguien cree que el ciudadano, con la
información que le llega, podrá tener elementos de juicio suficientes?
…y lo peor, ¿Realmente, hay alguien capacitado y dispuesto a ejecutar
una efectiva acción correctiva al sistema, con el fin de aumentar su
calidad?
 No hemos hecho nada mas que aplicar un poco de método empresarial a
nuestras instituciones para comprobar lo lejos que están de la minima
evaluación cuantificadamente efectiva de su calidad. Compulsación
esta, que si detentan muchas de nuestras reconocidas empresas de las
que, por otra parte, el estado, viene absorbiendo sustanciosos recursos,
para alimentar a todas estas instituciones que conforman nuestro
“monstruoso” entramado publico; con unos privilegiados empleados
–por ejemplo- que gozan de retribuciones, hoy por hoy, nada acordes a
la calidad, en su entorno desarrollada.
 Sin embargo, y a pesar de lo oneroso que resulta este sistema de baja
calidad para la sociedad en general. Incluso, a pesar de la continua
presión recaudatoria –más impuestos-, no mejora en nada, si no que
empeora ostensiblemente -recortes.
 La cosa es ya tan dramática que hoy podríamos decir que una gran
parte del pueblo llano trabajara durante años, en empresas de calidad
–ellos y sus hijos-, con salarios ajustados y altos impuestos, para
financiar este carísimo y anti-evaluable estado tecnocrático actual
–incorregible, por ahora-; con sus impunes desfalcos; sus cuantiosas
deudas; sus crasos errores; su caro personal; su nula capacidad de
generar riqueza. Con unos dirigentes que basan toda su eficiencia en
algo tan abstracto como son los sentimientos o las promesas y, lo peor,
sin ninguna posibilidad de corrección, a futuro, y de organización en
busca de la calidad.

 Documentación consultada: Las teorías Six Sigma. – Versión
industrial
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