Hoy en día, la calidad es un factor inherente a cualquier labor humana. Podríamos decir que la riqueza de una organización está en la calidad de su gente, en su educación y en su sentido de dignidad. Cuando una sociedad se crea así, esa sociedad esta lista para el progreso y el bienestar de sus miembros.
Por eso, las organizaciones empresariales que triunfan, en el mercado, han adoptado la Calidad como pauta competitiva frente a ese entorno tan cambiante en el que se encuentran inmersas. Pero “… Calidad supone el cumplimiento de una serias “normas” y para ello resulta del todo imprescindible que al afrontarlas, halla conciencia por parte de quienes toman las decisiones organizativas, en un "compromiso" claro y rotundo a favor de la Calidad
La Calidad resulta hoy imprescindible en el mundo globalizado de nuestras empresas –Y más con la crisis-, donde la competencia y el flujo de conocimiento se incrementen a un ritmo vertiginoso; lo que ha traído aparejado una evolución del cliente quien, hoy por hoy, es mucho más exigente que en tiempos pasados. La verdad es que son ya muchas, de entre nuestras empresas internacionales, las que han conseguido llegar a unos objetivos de calidad y excelencia valorados muy positivamente en los mercados internacionales. Pero, si esto es así, en nuestra élite del mundo empresarial ¿Cómo será en nuestras instituciones publicas,… de las que tanto dependemos? ¿Realmente el ciudadano de hoy es, también, más riguroso, con su administración pública estatal, autonómica y municipal, exigiendo calidad?
Un sencillo ejercicio:
Constatemos el sistema evaluatorio de la calidad mediante una compulsación reconocida internacionalmente y que se enseñan en todas las universidades del mundo. Para ello observaremos que los elementos a la entrada se encuentran en un determinado “estado inicial”. Al término del proceso, a evaluar, se encuentran en un “estado final”. Toda la acción del sistema esta orientada a conseguir que todos los “productos”, “servicios” o “individuos” alcancen un determinado “estado ideal”. Mediante una sencilla formula: Calidad = (Nivel Final – Nivel Inicial)
Si aplicamos este simple, pero reconocido, método a nuestro instaurado sistema político y social llegamos a la desesperanzadora conclusión de que el nivel de calidad esta bajo cero. Vamos, que en un sistema operativo empresarial, de gran empresa, esta “hipotética mercantil” –el estado- y otras coetáneas -partidos políticos-, gozaría de la peor fama posible y no le compraría nadie ni un palo. Seguramente la empresa, en cuestión, estaría ya cerrada; sus trabajadores y gestores todos despedidos –cuando no intervenidos judicialmente, estos últimos
Por si ansiamos soluciones a futuro: Uno de los procesos que intervienen a la hora de evaluar la calidad en el mundo del comercio y de la venta de servicios es el de compulsar el nivel de satisfacción del cliente/ usuario / o ciudadano, según el caso. Se puede, así, visualizar la diferencia entre producto y resultado, como la brecha existente entre el producto y las expectativas que, de este, se tienen.
Todo, porque una buena gestión evaluatoria hará posible un trabajo más profesional de las personas implicadas (clientes, empleados, ciudadanos y cualquier otro grupo de personas). Fijar objetivos, evaluar resultados y, sobretodo, corregir determinados rumbos.
Si consideramos a nuestras Elecciones Cuatrienales como el “único” método utilizado para que el ciudadano pueda emitir un juicio de valor. ¿…Alguien creé que esto puede ser eficaz y suficiente, bajo parámetros de calidad? ¿Alguien cree que el ciudadano, con la información que le llega, podrá tener elementos de juicio suficientes? …y lo peor, ¿Realmente, hay alguien capacitado y dispuesto a ejecutar una efectiva acción correctiva al sistema, con el fin de aumentar su calidad?
No hemos hecho nada mas que aplicar un poco de método empresarial a nuestras instituciones para comprobar lo lejos que están de la minima evaluación cuantificadamente efectiva de su calidad. Compulsación esta, que si detentan muchas de nuestras reconocidas empresas de las que, por otra parte, el estado, viene absorbiendo sustanciosos recursos, para alimentar a todas estas instituciones que conforman nuestro “monstruoso” entramado publico; con unos privilegiados empleados –por ejemplo- que gozan de retribuciones, hoy por hoy, nada acordes a la calidad, en su entorno desarrollada.
Sin embargo, y a pesar de lo oneroso que resulta este sistema de baja calidad para la sociedad en general. Incluso, a pesar de la continua presión recaudatoria –más impuestos-, no mejora en nada, si no que empeora ostensiblemente -recortes.
La cosa es ya tan dramática que hoy podríamos decir que una gran parte del pueblo llano trabajara durante años, en empresas de calidad –ellos y sus hijos-, con salarios ajustados y altos impuestos, para financiar este carísimo y anti-evaluable estado tecnocrático actual –incorregible, por ahora-; con sus impunes desfalcos; sus cuantiosas deudas; sus crasos errores; su caro personal; su nula capacidad de generar riqueza. Con unos dirigentes que basan toda su eficiencia en algo tan abstracto como son los sentimientos o las promesas y, lo peor, sin ninguna posibilidad de corrección, a futuro, y de organización en busca de la calidad. Documentación consultada: Las teorías Six Sigma. – Versión industrial