Hace pocos días, al salir de misa, me abordaron reporteros de Telecinco que me preguntaron si yo creo que los curas deben tener familia, casarse, tener hijos…. “ Tener familia, la tienen- respondí-. Casarse, lo decide el Papa y acatamos su decisión. El sacerdote debe estar dedicado a la Iglesia, a sus feligreses. No es fácil ir a confesar con un cura casado”. Como dijo Juan Pablo II, «los presbíteros son sacramento de Cristo, Esposo de la Iglesia…, llamados a prolongar la presencia de Cristo…, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebaño que les ha sido confiado…”. No han de abandonar su formación permanente, y menos la oración; sin perseverancia en la oración, no podrían conseguir ser humildes, castos, caritativos y serviciales; santos, en una palabra. “Sin oración, el sacerdote es un solterón empedernido”, decía un párroco.
Se ve afán de airear casos de pederastia de sacerdotes, exagerando el número y a veces sin pruebas. Ocurre por intereses económicos y políticos contra la Iglesia. Hay grupos de presión molestos por la posición de la Iglesia contra el aborto, pues defiende sin fisuras el derecho de todos a la vida; también por su apoyo a pueblos oprimidos, como el palestino. Ahora se involucra al hermano del Papa sin que pueda ser responsable ni por el tiempo en que aparecieron los hechos, ni después por el lugar en que sucedieron. La mayoría de los sacerdotes son ejemplo de virtud. Los casos existentes son muy pocos en el conjunto y relacionados los casos de pederastia siempre con homosexualidad. ¿Qué intereses económicos o intenciones contra la Iglesia se ocultan tras esas campañas de desprestigio y contra el celibato? Juan Pablo II y luego Benedicto XVI han sido tajantes contra los abusos de menores.