Este sábado para acercar a mi anciana madre a la catedral con ocasión de la Misa para celebrar la beatificación de Juan Pablo II me atreví a introducirme en el casco viejo con el coche. Sorteando obras, direcciones prohibidas conseguí el objetivo de dejar a mi madre cerca de la catedral. Pregunté a un policía foral sobre el sitio más cercano para aparcar y me informó que saliendo de las murallas, ya tenía sitio.

Una vez pasado el Portal de Zumalacárregui había sitios para aparcar, comprobé si veía alguna señal,… no era visible y me felicité por la suerte que había tenido.

Al salir de la magnífica ceremonia,  tras animar a mi buena madre a dar un paseo por una zona poco conocida para ella, caminando poco a poco llegamos hasta donde había dejado el coche. La cara que se le quedó para mí supone mucho más que  los 112 euros que me han saqueado, más el taxi al que apenas se podía subir y que supuso una amenaza para su salud.

 Les puedo asegurar que desde donde aparqué,  no era visible ninguna señal y más teniendo en cuenta las indicaciones del policía foral, a quien, en absoluto, culpo de nada. Me parece absolutamente desproporcionado que se lleven mi coche por este motivo. Al fondo, después de una curva, sí había un cartel que decía que aquello era una zona controlada.

En realidad no es una zona controlada. Es un cazadero para que los “novatos” sean saqueados de modo voraz. Me gustaría saber los ingresos del Ayuntamiento por secuestrar los coches de ciudadanos despistados en esa zona. Supongo que es escandaloso.

Al Departamento de Seguridad Ciudadana le recomiendo que se ocupen algo menos de los ciudadanos despistados y se empleen más a fondo en civilizar las noches salvajes de S. Juan: hoy, a las 4 de la madrugada todo los vecinos de una zona de Sancho el Fuerte despiertos por los gritos, amagos de peleas: ahí sí que hay destrozos, inseguridad y molestias.

Si no veo un cambio en esta normativa, ya sé a quien no votaré en las próximas elecciones.