A partir de un rumor según el cual los cristianos querían construir una iglesia en un barrio de una ciudad egipcia, se desencadenó una reacción violenta de casi tres mil musulmanes, que, incitados por el imán local, asaltaron a una comunidad copta en Egipto mientras estaba reunida en oración.
Los fanáticos comenzaron a lanzar piedras contra las obras de construcción de la que pensaban que era una nueva iglesia. Los cristianos dicen que en realidad se está construyendo un albergue y confiesan estar “aterrorizados” por el ataque sufrido. El imán local, jeque Jamis, encendió los ánimos durante la oración del viernes, subrayando el deber de combatir a los “enemigos” del Islam y declarando: “No toleramos la presencia cristiana en nuestras zonas”.
Pienso es importante recordar que en Egipto la comunidad cristiana copta representa el 10% sobre una población de casi 80 millones de habitantes y es víctima de continuas discriminaciones y ataques. Egipto no es un caso aislado, sino uno más de los que se dan en todos los países de mayoría musulmana. Parece mentira que las organizaciones internacionales y los grupos laicistas, que con tanta rapidez actúan ante pequeños conatos de racismo en países occidentales, pasen por alto, sistemáticamente, los graves ataques a los cristianos en países de mayoría musulmana.