Me llama la atención desde que aparecieron los primeros carteles la figura de una mujer de avanzada edad, con el puño izquierdo en alza. Es la imagen de una amatxo, con una expresión de odio desmesurado, con un ansia de venganza, que ciertamente despierta miedo a la vez que genera cierto desconcierto.
Y me explico; desconcierto porque no entiendo como se puede manipular una figura como la de una madre, amatxo, lo considero una falta de respeto, hacia una institución, la maternidad, que merece todo el respeto y cariño del mundo; ya se ve que para otros no.
Miedo, y creo que he demostrado no tenerlo, porque imagino que son capaces de hacer aquellos que poco les importa aprovechar la muerte de una madre, para reflejar con ella el odio reprimido, almacenado sin razón, contaminando lo más hondo de una persona, pudriendo el corazón mismo.
Si lo pretendido es hacer un homenaje, lo conseguido es nefasto, penoso y roza lo bochornoso, la figura de la amatxo debe de presidir toda la actuación humana, pero no la actuación descorazonada establecida como producto del odio.
La sociedad vasca, la sociedad navarra, es de naturaleza matriarcal, la madre ha sido la figura cabeza de la familia, y por ello, merece un respeto, la utilización con intenciones de odio, con las únicas intenciones políticas, resulta mezquina, triste y dice muy poco de aquel que es capaz de manchar de esta manera la figura de una madre.
José Javier Solabre
