La manifestación del sábado en apoyo de la vida debe ser un punto de partida que nos comprometa a revisar nuestra actitud personal pro-vida. Debe impulsarnos a formarnos, a informar, a apoyar a la mujer embarazada, a preguntarnos sobre la acogida a los niños y a las familias, a valorar la primacía del ser sobre el tener, a educar en la cultura de la vida.
Es importante detener esta ampliación de la ley del aborto que pretende el partido en el poder. Es también necesaria la derogación de la ley vigente que apoyó durante su gobierno el partido que hoy está en la oposición, aunque quizás parezca que estos ambiciosos objetivos no estén en manos a los ciudadanos de a pie, de quienes no estamos en las instituciones y no votamos las leyes, aunque siempre podamos salir a la calle, como hoy, a expresar nuestras convicciones.
Sin embargo, todos y cada uno de nosotros podemos parar este despropósito en el día a día y con nuestra educación y ejemplo demostrar que cada vida importa, que cada vida “me” importa. Trasmitir la cultura de la vida es tarea urgente y cotidiana, en la familia, en la calle y en la escuela. De la importancia de los agentes educativos externos sabe mucho este gobierno: por eso quiere convertir la escuela en la herramienta adoctrinadora de sus postulados mortales. Además de la obligatoria “Educación para la Ciudadanía”, que enseña a comportarse según los sentimientos propios, que la igualdad de la mujer ha conseguido liberarla de la maternidad, que lo importante del sexo es “hacerlo seguro”, o que el sentido moral de nuestros actos es relativo y la ley positiva es la única norma moral, la cultura de la muerte está introduciéndose en el ámbito educativo también a través de su “Proyecto de ley orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo”. Esta ley extiende la perspectiva de género y la mentalidad anticonceptiva en las escuelas (Capítulo III aa. 9 y 10).
El proyecto de salud sexual y reproductiva quiere implantarse en el ámbito escolar como parte del proyecto adoctrinador gubernamental a través de Educación para la Ciudadanía o transversalmente utilizando otras asignaturas.
Pararlo está al alcance de todas las personas implicadas en el ámbito educativo: padres y colegios. ¿Les vamos a dejar?
Manifestarse una vez al año, es importante. Resistir las leyes injustas día a día es más difícil y más comprometido. Pero es imprescindible.
La impartición de Educación para la Ciudadanía a la española es un paso anterior y necesario para establecer la bondad del aborto. Una y otra van unidas, forman parte del mismo proyecto.
A más educación para la ciudadanía, más aborto. Parar esta dinámica mortal está en nuestras manos.