El pitufeo y otras formas de blanqueo de dinero en la corrupción de los partidos políticos

No paramos de hablar de sobres con dinero y adjudicaciones sospechosas de obras públicas, dando por hecho que lo uno va por lo otro, ¿pero cómo se blanquea el dinero de una mordida? Existen diversas maneras.

El propio Koldo García, en una conversación con Cerdán grabada por la UCO, hace referencia a uno de estos sistemas de blanqueo. Para cobrar las mordidas se utilizan como pantalla sociedades interpuestas dedicadas al asesoramiento. En realidad esas labores de asesoramiento no existen o consisten en informes sin valor alguno en relación al precio que se cobra por ellos. Sin embargo, esta técnica permite que la empresa beneficiada por la adjudicación pague la correspondiente mordida mediante la contratación de un servicio aparentemente legal.

Otra técnica es el llamado “pitufeo”, o fraccionamiento de los cobros en pequeñas cantidades “pitufas” por su tamaño. De este modo se puede usar a una gran cantidad de personas para lavar una cantidad importante de dinero negro proveniente de mordidas. La técnica es la siguiente. Una persona realiza al partido una donación legal, pongamos de 1.000 euros, y esa persona recibe a cambio un sobre con dos chistorras. Es decir, el partido tiene en el cajón una cantidad de dinero negro en efectivo proveniente de mordidas. El partido entonces recibe una donación legal de 1.000 euros a cambio de un sobre con dos chistorras. Obviamente de esta entrega no queda constancia, el donante en realidad no ha donado nada porque cobra por otro lado lo previamente donado y el partido en cambio blanquea 1.000, los que ha recibido legalmente a través de la donación.

El dinero negro proveniente de mordidas que tiene un partido en el cajón puede ser blanqueado también al ser camuflado con los gastos corrientes del partido. Los partidos políticos reciben una gran cantidad de dinero para su financiación que viene de los Presupuestos Generales del Estado. Esto es así porque los partidos han decidido considerar que los partidos son un bien social, imprescindible para el funcionamiento de la democracia, y que por tanto merecen recibir financiación pública. Siendo financiados por el presupuesto, además, se les supone más independientes que si dependieran sólo de donaciones de gente adinerada que podría condicionar la actuación de los partidos. Esta es al menos la teoría.

El hecho es que de este modo los partidos disponen de grandes cantidades de dinero legal provenientes de los presupuestos. Los partidos, por otro lado, cobran de las cámaras los salarios que después pagan a sus diputados. Se produce por tanto un gran tráfico de dinero entre los partidos, sus diputados y sus empleados. Los partidos además tienen todo tipo de gastos derivados de su actividad como campañas, uso de locales o actos públicos. No les resulta difícil por tanto camuflar pagos en efectivo en medio de todo ese tráfico de salarios y servicios. Los ciudadanos se escaman al ver fotos de sobres con dinero en las sedes de los partidos y hacen bien al alarmarse. Al ciudadano, tratado como un sospechoso, se le exige que abandone el dinero físico en nombre de un control estatal que no rige para los partidos políticos, cuando son los partidos políticos, al tener el poder, los que tienen muchas más herramientas que los particulares para manejar importantes cantidades de dinero negro.

Naturalmente de nada sirve que el Tribunal de Cuentas haya auditado las cuentas del partido, o que las audite una consultora externa. Por un lado el Tribunal de Cuentas lo nombran los propios partidos, de modo que el auditado y el auditor son lo mismo. Por otra parte, como es lógico, las cuentas que presenta el partido para ser auditadas son las cuentas en A, no la caja en B en caso de que exista. La caja B por definición no se declara. Por tanto las cuentas declaradas siempre van a ser maravillosas. La cuestión es si lo declarado es todo lo que hay en los cajones del partido o sólo una parte de lo que existe.

Para finalizar este capítulo merece la pena detenerse en otra circunstancia, y es en la posibilidad de que alguien como Koldo García pudiera disponer de un pasaporte diplomático. Cuando hablamos del pitufeo u otras operaciones que pude llevar a cabo un partido político para blanquear sus ingresos en negro, si los tiene, nos referimos a la parte de la mordida por la adjudicación de una obra que se lleva el partido. ¿Pero y la parte de la mordida que se lleva el corrupto? Poder disponer de un pasaporte diplomático podría permitir a alguien como Koldo viajar por el mundo, incluyendo paraísos fiscales, sorteando las aduanas y los controles. De este modo no tendría ningún problema en sacar maletines con dinero en efectivo e ingresarlo en un banco en un paraíso fiscal, en cuentas a su nombre o de otros personajes de la trama. Un paraíso fiscal merece tal nombre no sólo por la baja fiscalidad, sino por la opacidad de la información. Un paraíso fiscal no ofrece datos sobre las cuentas de los clientes de los bancos. Es eso lo que le permite ser un paraíso fiscal. Si no fuera por ese servicio añadido de discreción, determinados capitales no volarían hasta ese lugar y ese lugar sería un páramo en vez de un paraíso. No es que un paraíso fiscal no te vaya a proporcionar información, es que su razón de ser es no ofrecer esa información.

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