Diario de Noticias publicaba este fin de semana una llamativa carta al director. En ella se relataba la peripecia de una madre a cuyo hijo de 6 años, que supuestamente sólo habla vascuence, se le realiza una intervención quirúrgica en el Hospital Virgen del Camino, tras ingresar a las 8 de la mañana.
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El pobre niño se ve rodeado en el relato de médicos, enfermeras y anestesistas que le empiezan a vestir, auscultar y demás cosas de hospitales ante el puro terror de la criatura, que no entiende nada porque todo el mundo le habla en español.
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La madre vive la situación en un estado de indescriptible angustia cuando el personal sanitario castellanoparlante se lleva al chaval al quirófano: “¿Qué sentirá él, me pregunto con el corazón encogido mientras se lo llevan, solo con unos desconocidos que no hablan su idioma? ¡Qué indefensión! Qué angustia”.
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La madre y autora de la carta extiende la agonía de la situación al postoperatorio, pensando en cuando el atormentado niño despierte de la intervención y se encuentre con que “Todos muy amables pero en ningún turno hay ni una médica ni enfermera ni celador ni trabajadores de limpieza que hablen euskera. En la planta de los niños. En Navarra, donde hay tantos niños euskaldunes, y muchos de ellos monolingües. Realmente me niego a creer que haya alguien que defienda hacer esto a los niños. Esta situación inhumana debe cambiar ya”.
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¿Real o ficción?
En realidad nos da igual para poder empezar a reflexionar sobre la situación.
Es cierto que en esta historia hay un niño que padece una situación inhumana, pero no por parte del personal sanitario, del gobierno, la administración o la sociedad navarra en general, sino por parte de sus padres.
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El artículo 3 de la Constitución Española determina que “el castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla”. ¿Cómo es posible, asumiendo la veracidad del relato, que un niño de 6 años no sepa hablar nada de español? ¿Se han encargado sus padres, que sí hablan español porque en el relato ejercen de traductores, de que el niño no aprenda español? ¿Le han privado a su hijo del derecho y el deber de conocer el español? ¿Se encuentra escolarizado este niño? ¿Saben sus profesores que no habla nada de español? Caso de tener alguna responsabilidad la administración en este caso, ¿no sería la de no haber intervenido para garantizar el deber y el derecho del niño a conocer el español? ¿Deberían tomar los servicios sociales, hipotéticamente, alguna medida contra la autora de la carta? ¿Es posible además, como dice el texto, que en Navarra haya “muchos” niños euskaldunes que son monolingües? Si realmente es así, efectivamente hay una situación alarmante y la administración tendría que hacer algo, asumiendo que la administración se tenga que meter en estas cosas, pero en un sentido totalmente opuesto al que pretende la carta.
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Como resulta evidente y esto no es valorativo, sino descriptivo, en Navarra tenemos una lengua común y otras lenguas que no lo son. Por supuesto el vascuence es una de ellas, pero ni siquiera la única. Nos gusta citar el caso de Nueva York porque es una ciudad donde se hablan 700 lenguas. La autora de la carta pretende que lo más lógico es que todo el mundo domine todas las lenguas particulares que existen en una comunidad en vez de aprender la lengua común. En el caso de Nueva York, la lógica sería que todo el mundo aprendiera 700 lenguas en vez de inglés para poder comunicarse. Lógicamente cada cual conserva y usa su lengua propia además de hablar el inglés.
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Que viviendo en una comunidad en la que, incluso al margen de la legalidad que obliga a conocer el español, es un hecho que el vascuence es una lengua minoritaria, que una familia le negara a su hijo el derecho a conocer la lengua común rayaría el maltrato o, como mínimo, resultaría un comportamiento totalmente irracional.
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Es decir, la madre sabe perfectamente que su hijo vive en una comunidad en la que, fuera de su caserío, su pueblo o su cueva, el vascuence es un idioma minoritario. Si se niega a enseñarle a su hijo la lengua común, ¿cómo puede quejarse después de los sufrimientos de su niño cuando sale de su pueblo para ir al médico y no puede comunicarse con nadie? La madre claramente ha priorizado que su hijo sea monolingüe a que no sufra y experimente todas esas angustias que tanto dice padecer cuando se relaciona con población no euskaldún, la mayor parte de la población navarra, por otra parte. El propio relato describiendo como ni médicos, ni cirujanos, ni enfermeras, ni limpiadoras, ni el resto de niños hablan vascuence, no hace sino reafirmar el hecho de que Navarra es una sociedad mayoritariamente no euskaldún. ¿Qué clase de madre cría a su hijo como monolingue euskaldún en una sociedad, como la que ella misma describe, mayoritariamente no euskaldún?
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En realidad, precisamente por ser la sociedad navarra una sociedad tan mayoritariamente castellanoparlante, cabe pensar en torno a toda esta situación, real o hipotética, si un niño de 6 años euskaldún monolingüe no podría explicarse más que como el objeto de una especie de experimento social. ¿Vivirá el niño encerrado en una habitación en la que sólo puede ver la ETB y escuchar la Euskal Irratia y de la que sólo puede salir para ir a la ikastola? Aún así parece difícil concebir la existencia de un niño de 6 años, en 2018, que no hable palabra de español. Que la madre nos cuente con todo detalle sus sufrimientos idiomáticos pero no nos cuente en cambio qué problema de salud tenía el niño, cómo salió la operación y cómo se encuentra el chaval, invita a pensar en un relato ficción. O que la madre tiene una extraña escala de preocupaciones y prioridades, cuando el resultado de la operación que ni se menciona sería lo primero en lo que se interesaría cualquier lector del relato.
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Hablando de prioridades, piense cada uno qué preferiría si hay que operar a un hijo suyo. ¿que el cirujano supiera vascuence o que tuviera más experiencia y supiera más anatomía? ¿Qué valoraría más a la hora de operar a su hijo? ¿Seleccionaría al cirujano de su hijo entre los mejores médicos o entre los mejores vascoparlantes? ¿Dejaría de llevar a su hijo a un hospital de los EEUU porque acaso le quitarían el tumor, pero no le iban a saber hablar en vascuence en el postoperatorio?
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Por otro lado, la angustia del niño no será tampoco mayor que la de un niño español al que le tengan que atender de urgencia en un hospital francés, o a la de un niño francés al que le tengan que atender en un hospital español. O la de un niño que todavía no sepa hablar. Imaginen a un niño francés al que sus padres sólo le hubieran enseñado occitano, corso o o catalán. O un niño estadounidense al que sólo le enseñaran a hablar en apache. ¿Qué malos los franceses o qué irresponsables los padres? Además, la madre está exigiendo el bilingüismo a los castellanoparlantes para que así en cambio su hijo pueda ser euskaldún monolingüe. ¿No es esto una flagrante contradicción?
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En realidad esperamos que todo esto no sea más que una pequeña provocación imaginaria para hacernos pensar. Y si realmente hay un niño de carne y hueso tras esta historia, pues esperamos que se encuentre muy bien y que alguien le enseñe la Navarra real y plural.
2 respuestas
Mamá, ahora me cuentas una de bakeros
A los de Huarte se les ha colado un troll.
Ese caso es una mentira más que nos cuenta el noticias. De todas maneras, aunque fuera verdad, que no lo es, pobre chavalín, no va a poder salir de su casa, anda que si le llegan a tener que hospitalizar en Finlandia, qué angustia, Dios mío