La anorexia energética y alimentaria del «degrowth»

Esta no es, por muchos motivos, una reflexión ni una crítica contra la monarquía, pero sí a lo mejor un cuestionamiento sobre el papel de los reyes en la sociedad española. Viene esto a cuento de la participación de la reina Letizia en la decimosexta edición del seminario internacional de Lengua y Periodismo, bajo el título «Cambio climático: lenguaje y comunicación». Da la impresión, por cierto, que el 50% de los seminarios sobre periodismo, o sobre la cría de la rana amarilla en Botswana, tienen que versar sobre el cambio climático. El otro 50% tiene que referirse al feminismo, a la problemática LGBT y al preocupante ascenso de los populismos de extrema derecha. Este es el entorno en que nos movemos, no ya en España sino en el mundo. Y después nos asombramos, pese a todos sus salchuchos, de la resiliencia electoral de la izquierda. Pero estábamos hablando de la reina Letizia.

El caso es que dentro de este ya de por sí llamativo seminario se han viralizado unas palabras de doña Letizia hablando favorablemente sobre el “degrowth”, o sea el decrecimiento, el nuevo mantra de la izquierda progresista en virtud del cual la ecosostenibilidad es incompatible con el desarrollo capitalista. Hay que limitar el consumo energético. Hay que limitar el PIB para salvar el planeta. Serás pobre pero feliz, porque habrás salvado el planeta.

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Esta idea del “degrowth” viene acompañada, lógicamente, de otras genialidades como la “restauración” de la naturaleza. Para salvar a la naturaleza hay que devolverla a un estado anterior a la acción humana. Consiguientemente hay que destruir las presas, dejar en paz los cauces de los ríos, eliminar los cortafuegos de los montes o abandonar los cultivos. O sea, que habrá inundaciones, incendios y hambruna, a niveles equivalentes a los de tiempos del paleolítico, cuando no existían todas estas cosas, pero nos inundaremos, incendiaremos o desnutriremos felices porque habremos salvado el planeta.

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Todas estas premisas parten del reconocimiento implícito (o explícito) de que se pretende suprimir recursos y fuentes de energía apostando por otros que no van a poder sustituir los recursos y la energía que nos proporcionan las fuentes de recursos actuales. Habrá menos recursos y serán más caros. En la transición de un modelo energético y alimentario a otro habrá unos pocos señores que se forren y se queden con todo. Pero los felices serán los que no tengan nada. Como ser feliz consistirá en no tener nada, algunos tendrán que sacrificarse por la humanidad quedándose con todo y siendo desgraciadísimos. Porque tu casa, o el vehículo con el que te desplaces, o el lugar de donde viene tu comida no será tuyo, pero será de alguien. Al no tener nada tuyo serás feliz, pero también dependiente por completo.

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Todo este futuro de película de ciencia ficción de terror no es optativo. Tampoco ha sido votado por la gente. Se ha decidido por parte de una pequeña élite globalista de la que en realidad sabemos poquísimo. Por nuestro bien, por supuesto, aunque se forren ellos por el camino. Pero hace rato que intentábamos hablar de la reina Letizia.

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La diatriba de doña Letizia contra la insostenibilidad del sistema y su discurso a favor del degrowth llega en un momento en que se debate en España el papel del rey. En este debate no son pocos quienes reclaman un pronunciamiento del monarca respecto a algunas de las graves cuestiones que se están planteando en nuestro país, desde la amnistía y la colonización de la justicia hasta la sustitución del Congreso por foros de debate secretos y paralelos, con observadores internacionales y sin oposición, que es ahora donde realmente se discuten y se deciden las cosas en España en vez de en el Parlamento, y donde se ponen sobre la mesa cosas que pueden estar dentro o fuera de la ley, como el reconocimiento nacional de tal o cual territorio español o la autodeterminación.

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¿Debe decir algo al respeto el rey? ¿Lo debe decir sólo llegados a una situación completamente extrema como la declaración unilateral de independencia del 2017? ¿Serviría para algo lo que dijera o sólo para poner en riesgo la propia corona sin por otro lado tener opciones reales (nunca mejor dicho) de frenar esta deriva? Las opiniones se encuentran divididas entre los propios monárquicos. No obstante, y aquí es donde entra en juego el discursito de doña Letizia, o el rey es una figura institucional, apartidista, alejada del debate político, que aparte de su tarea de representación no entra en la refriega política salvo en situaciones extremas, o sí que baja al barro y se dedica a impartir lecciones sobre las bondades del degrowth y el neocomunismo. Pero si baja al barro para hablar de las bondades del degrowth y la Agenda 2030, entonces también tiene que bajar al barro para hablar de Puigdemont, de Bildu, del vaciado institucional, de las amenazas al poder judicial, de la autodeterminación, o de la deriva totalitaria del sanchismo. De las amenazas planetarias, además, el rey y la reina pueden dejar que se encarguen otros, pero las graves amenazas presentes que pesan sobre la nación sí que les incumben a ellos.

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Así pues, como decíamos al principio, no pretendemos abrir un debate sobre la monarquía, y menos con las experiencias republicanas que hemos tenido en España, pero sí sobre la coherencia del papel de la monarquía. Podemos debatir si el rey (y la reina) tienen que ser unas figuras más o menos situadas al margen de la refriega política, pero lo que no puede ser es que ese alejamiento sea selectivo. O no hablas de nada, o hablas de todo. O evitas todos los charcos, o te metes en todos. O no hablas del degrowth y de la Agenda 2030, o hablas también de Otegui y de Puigdemont. Si la reina Letizia dijera todo sobre todo lo que piensa, ¿la monarquía ganaría o perdería respaldo social? Porque además la corona tiene por inteligencia política e instinto de supervivencia una cuestión que considerar. Si baja al debate en el barro, cosa que a lo mejor es inteligente hacer o no, no tiene sentido entrar además para confrontar las posiciones de quienes en general más apoyan la monarquía. A lo mejor no ganas apoyo entre los republicanos y lo pierdes entre los monárquicos. O sea, si te encanta la cerveza pero a los monárquicos les gusta más el vino, evita si quieres el debate pero no escupas sobre el vino.

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3 respuestas

  1. Me parece que Letizia acaba de perder mi beneplácito. Y eso que le atribuyo a ella casi la mitad del mérito de la buena imagen que tiene la Princesa Leonor. Le costará mucho recuperarlo, si lo hace.
    Yo siempre he defendido la monarquía por una razón: porque funciona bien. Sí, funciona. Incluso el torpe de Juan Carlos I. Siempre ha trabajado muy bien para España. Ha dado muy buenos frutos con otros países (incluso musulmanes).
    Si se ha llevado dinero a su bolsillo, seguro que ha sido mucho menor del que se hubieran llevado los presidentes de República que hubiera habido en su lugar. Y ello sin que, por contra, éstos hubieran prestado un servicio al país ni la mitad de útil y efectivo que el de la Monarquía.

  2. La monarquia, y sobre todo la Borbónica, hace ya mas de dos siglos que está totalmente hundida en la m….a.
    La repúblíca (las dos españolas) han sido una catástrofe.
    Las dos dictaduras españolas sirvieron para levantar el país, aunque no hubiera democracia.
    Pongámoslo a votación.
    Pero a votación selectiva, porque dado como está el pueblo español no me fio nada de los resultados

  3. Letizia dice «decrecimiento». La redacción de Navarra C utiliza una palabrota en inglés al menos siete veces en este corto artículo. Es evidente que NC es favorable otra colonización: la cultural . Y luego criticará el globalismo.

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