La llegada masiva de oleadas de refugiados es una bendición que hay que repartir

El gobierno ha resuelto la avalancha migratoria llegada a Canarias redistribuyendo los inmigrantes por todas las comunidades peninsulares. Entre unas más que otras, da la sospechosa impresión. El problema es que siguen llegando inmigrantes, inmigrantes que se suman a los millones de inmigrantes que ya hemos acogido en los últimos años y cuyo contingente da ya claras señales de saturación. Es decir, hemos acogido ya tantos inmigrantes que no tenemos capacidad ni de incorporarlos al mercado laboral ni de integrarlos en nuestra cultura y nuestra sociedad, eso por no mencionar los que directamente no quieren integrarse sino, irónicamente, reproducir el modelo de sociedad del que huyen. En conjunto asistimos día a día a una auténtica avalancha humana una de cuyas consecuencias no menores es el crecimiento exponencial de la inseguridad ciudadana, incluyendo el aumento de la violencia y de las agresiones sexuales.

Evidentemente la redistribución de los inmigrantes ilegales que llegan a Canarias no es una solución al problema porque el grifo sigue abierto. En cuestión de días o semanas Canarias volverá a estar saturada de las nuevas oleadas de inmigrantes que seguirán llegando y llegando. La pregunta es por qué redistribuirlos si su llegada es una bendición. O sea, ¿por qué hace falta una solución -la redistribución- si la llegada de esas oleadas de inmigrantes es una bendición? ¿Es una bendición?, pues que se los queden en Canarias. ¿Por qué no se queja Canarias de que se redistribuya a los inmigrantes si son una bendición para Canarias? Menuda faena le hace el gobierno a Canarias redistribuyendo a los inmigrantes.  A este respecto resulta curioso que haya partidos gobernando que consideren la inmigración una bendición y no sean ellos los que se ofrezcan allí donde gobiernan a acoger a los inmigrantes. Por el contrario, el gobierno de España los redistribuyen con secretismo y a su arbitrio para evitar incidentes. Porque aquí todo el mundo es welcome refugees hasta que le ponen un centro de menas en su pueblo o le llega una fila de auobuses a su localidad.

Las comunidades españoles con gobiernos nominalmente progresistas, aunque a veces se trate de un progresismo impostado, son Euskadi, Navarra, Cataluña, Castilla La Mancha y Asturias. ¿No debería ser a estas comunidades a las que se redirigiera a los inmigrantes? ¿No consideran sus gobiernos que la llegada de todas estas oleadas de gente es un premio? ¿Por qué entonces no se adelantan a recibir este premio? ¿Por qué se apresuran a compartirlo? Quien ha votado welcome refugees, que sea el primero en acoger a los refugees.

Estamos viendo en otros países que la llegada de un exceso de inmigración que no se puede asimilar conduce al colapso de la sociedad. Por un lado está el número absoluto de inmigrantes que un país puede acoger, que obviamente no es infinito, y por otro lado esta la afinidad cultural con los integrantes para facilitar la integración. Quien viene a Europa para intentar seguir viviendo como en Afganistán o como en Somalia, mejor es para eso que se quede en Afganistán o Somalia. Para vivir como allí, que se queden allí y se eviten el viaje. El europeo que quiera vivir como ellos, que se vaya a vivir allí.

Incluso con la mejor de las intenciones, salta a la vista que la solución a los problemas de cada país en origen no puede ser la inmigración. El mecanismo para que los africanos vivan como los europeos no puede ser que se vengan a Europa los 1.200 millones de africanos, porque el resultado no sería que los africanos pasarían a vivir como los europeos, sino que los europeos pasarían a vivir como los africanos.

Sin duda hay un drama detrás de la mayoría de historias de inmigración, pero un bote salvavidas tiene una capacidad máxima. El número de náufragos que puede acoger un bote no es infinito. Puede ser cruel impedir a un náufrago subir al bote, pero si por un naúfrago más el bote se hunde, en vez de salvar al que estaba en el agua se ahogan todos lo que estaban en el bote. A ese punto estamos llegando. En un naufragio la solidaridad y el buenismo encuentran un límite en la física y el principio de Arquímedes. Un país que recibe inmigrantes no es a fin de cuentas otra cosa que un bote al que se van subiendo náufragos del hundimiento de diversos países del mundo. Es en origen donde hay que ayudar a solucionar el problema aunque no todos los países en origen quieren dejarse ayudar, no al menos si la ayuda consiste en introducir cambios y no sólo recibir fondos. Quedan muy bien las pancartas de welcome refugees, pero los estamos redistribuyendo porque a la hora de la verdad nadie tiene capacidad ni quiere quedarse a todos los refugees.

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