Una ola barre el sanchismo

Ayer fue un día electoralmente espectacular para el centro-derecha. Una especie de compensación anímica por cuatro años de sanchismo. Incluso en comunidades como Navarra, el elector de centro-derecha puede encontrar algún consuelo en los resultados a escala nacional. La izquierda lo ha perdido todo, y lo que ha conseguido retener sólo lo retiene por los pelos. El varapalo a Sánchez ha sido sensacional. A Sánchez, porque en toda la campaña electoral ha planteado las elecciones como un plebiscito personal.

El PP ha obtenido unos resultados magníficos y VOX incluso más. El problema para VOX es que el resultado de la derecha ha sido a veces tan avasallador, como en Madrid, que el PP puede gobernar con mayoría absoluta prescindiendo por tanto de VOX. Que la derecha tenga votos a puntapala, como en Madrid, es no obstante de todos los escenarios malos el menos malo para VOX. Que todas las derrotas del bloque de la derecha sean como Madrid.

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De todos modos, VOX se ha convertido en una fuerza que por un lado ha duplicado sus resultados respecto a las municipales anteriores, y que si no en Madrid va a resultar clave en todas las demás autonomías en liza importantes, desde Aragón hasta Comunidad Valenciana pasando por Baleares.

El tiempo post electoral va a resultar clarificador respecto al criterio de alianzas de Núñez Feijóo. Hay quien como Margallo, aunque quién sabe lo que pinta Margallo, ya ha determinado que las líneas rojas del PP para pactar con VOX es el programa electoral del PSOE. Alguien tendrá que explicarle a Margallo, o en su caso a Feijóo, que nadie votaría a VOX para que hiciera lo mismo que el PP o el PSOE, y que si en muchos lugares el PP no tiene mayoría absoluta, aunque la tenga la derecha, es porque buena parte de sus votantes no quieren ni dejar el coche, ni comer gusanos, ni quedarse sin ninguna propiedad, ni dinamitar las presas, ni abandonar las tierras, ni renunciar a tener hijos, ni la ideología de género, ni el degrowth. Si el programa de gobierno es la Agenda 2030, entonces es lo mismo Belarra que Margallo y la alternancia PP – PSOE sería un engaño destinado a mantener con cualquier gobierno un mismo programa. La gente que se rebela contra llamar comida a los gusanos se rebela también contra llamar a eso democracia.

Significativamente, el éxito del PP en Madrid pasa precisamente por un corrimiento de Ayuso en los últimos tiempos, por lo menos estratégico, hacia las tesis de VOX: el cuestionamiento de la Agenda 2030 o la ilegalización de Bildu son claros ejemplos de ello, incluso separándose de las tesis genovesas del PP. Que tu rival tenga que asumir una parte de tu discurso ya es una victoria política para VOX.

Buena parte del discurso del PSOE ha venido a pretender estos años que Pedro Sánchez había logrado desmovilizar al nacionalismo y resolver la tensión separatista. Nada más lejos de la realidad, como prueba el mapa electoral. El PSOE compra al nacionalismo, no lo desmoviliza. El PSOE rearma, refinancia y reafirma al nacionalismo, como dejan en evidencia las urnas. El nacionalismo se come al PSOE, no retrocede ante él en las urnas. El nacionalismo se hace más fuerte con el PSOE, como lamentablemente ejemplifica el caso de Bildu. Bildu no ha reafirmado su apuesta por Sánchez por lo que mal que le va a Bildu con Sánchez sino todo lo contrario. Por supuesto al PSOE, con tal de mandar, no le importa dejarle una bomba de relojería al próximo gobierno con un nacionalismo políticamente rearmado en País Vasco, Navarra y Cataluña. Esperemos que  sólo políticamente.

Entre los motivos de mayor abundamiento en el entusiasmo, o de consuelo para los que aún no ha llegado el tiempo de la caída del sanchismo, se cuenta sin duda también la debacle de Podemos. Como era de prever, el discurso parabatasuno de Belarra o la permanencia en el gobierno de personajes como Montero es catastrófica para España pero maravillosa para la oposición.

Cabe preguntarse pese a todo por qué en determinados territorios, como Cataluña, Navarra o la CAV, el sanchismo y el nacionalismo parecen relativamente inmunes a la ola de cambio que recorre el resto del país. A lo mejor la pregunta es cuáles son las comunidades de España en las que hay menos libertad. Casualmente puede que las comunidades donde el sanchismo y el nacionalismo se muestran más persistentes son aquellas en las que hay menor libertad. O sanchismo o libertad. O nacionalismo o libertad.

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