La presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, intervino anteayer en la Comisión de Relaciones Ciudadanas del Parlamento de Navarra donde tuvo un encontronazo con la portavoz de Bildu, Bakartxo Ruiz. Ordónez le pregunto directamente si “matar estuvo bien o no” y Ruiz evadió la cuestión.
Bildu, socio de Sánchez, no responde a esta pregunta de Ordóñez: «¿Matar estuvo bien? Sí o no» https://t.co/j9C8lCFCJW
— okdiario.com (@okdiario) January 17, 2023
No es la primera vez que Bakartxo Ruiz evita condenar la violencia o decir que estuvo mal o llamar asesinos a los etarras o reconocer que los presos de ETA merecen estar encarcelados por sus delitos. Uno de los muchos etarras que han pasado por la cárcel, de hecho, es hermano precisamente de Bakartxo Ruiz.
El caso de Bakartxo no es por otro lado nada excepcional. Bildu ni condena la violencia de ETA, ni reconoce que los etarras sean criminales, ni pide perdón a las víctimas. Lo más que se puede decir que ha hecho Bildu es reconocer que se causó un daño, o afirmar que habría sido mejor que ese daño no se hubiera producido. Lo de reconocer haber causar un daño no es un avance moral en absoluto. ¿Va a negar Bildu que ha habido muertos? O sea, una cosa es reconocer por ejemplo que mataron a tu padre (el daño) y otra reconocer que quien lo mató es un asesino. Este segundo paso jamás lo han dado. Tampoco es un avance moral decir que hubieran preferido no tener que matar a tu padre. Eso mismo podría decir un mafioso después de partirte las piernas: que hubiera preferido que le pagaras a tener que pegarte. Sin tener puestas las gafas de pactar con Bildu no hay manera de ver ningún avance hacia la democracia de Bildu. Su evolución a la no violencia ha sido una evolución estratégica, no moral.
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La izquierda abertzale, por otro lado, no ha renunciado totalmente a la violencia. Ha renunciado al asesinato, pero no a otras muchas formas menores de violencia e intimidación. Podríamos citar desde el caso de los guardias civiles de Alsasua, sus parejas y sus familias, hasta la persecución del hijo de Iturgaiz, pasando por la exclusión de ertzainas en fiestas populares, o palizas como la recibida por un chaval de la Universidad del País Vasco al intentar formar una asociación por la defensa de la unidad de España que iba a llamarse AEDE (Agrupación de Estudiantes por la Unidad de España). También podríamos citar los incidentes en la calle Curia o tantas y tantas otras situaciones que no son asesinatos, pero tampoco normalidad.
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Tan es así que la propia Consuelo Ordóñez tuvo que exiliarse del País Vasco a Valencia después que un luminoso grupo de “txabales” la reconociera, le lanzara una piedra y le provocara una brecha en la cabeza que requirió siete puntos de sutura. En la misma Pamplona, durante una visita, tuvo hace un tiempo otro feo encontronazo con otro zumbado. Son los verdugos y sus partidarios y no las víctimas conocidas las que pueden ir tranquilamente por la calle en Navarra y el País Vasco. Es Otegui, el secuestrador de ETA, el que se indigna de que le llamen a su formación filoetarra y el que ahora reparte junto a Cerdán, Pablo Iglesias y Rufián los carnets de demócrata. Bakartxo Ruiz, o sea Bildu, no va a condenar a ETA porque en primer lugar no le parecen condenables los crímenes de ETA, en segundo lugar porque sería una autocondena, y en tercer lugar porque nadie le exige a Bildu que condene a ETA para pactar con ella. En realidad es Bildu el que a cambio de sus votos impone sus exigencias.
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