El acertado lema de Ayuso de “Socialismo o libertad” ha hecho daño en el PSOE. Es lo bueno que tiene Ayuso, que es una de las pocas personas en el PP dispuesta aún a librar la batalla de las ideas. Para quien no está dispuesto a librar esa batalla el lema no tiene sentido. Sin embargo se trata de entrar en el núcleo del debate. El socialismo no es libertad, es lo contrario de la libertad. Como lema electoral además está probando sobradamente su eficacia. Ahora tenemos el foco del debate donde la favorece a Ayuso: en si el socialismo y la libertad son incompatibles. Debatir sobre si estás a favor de la libertad es como debatir si eres tonto. Se trata de un debate que en ningún caso te puede favorecer.

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La cuestión es relativamente sencilla, pero empecemos por el apartado histórico porque diversos prebostes del PSOE han respondido acudiendo a la memoria histórica del PSOE. Grave error. La historia, precisamente, prueba que el PSOE no es un partido que en el pasado haya defendido la libertad. Sus líderes históricos, como Largo Caballero, defendían el modelo ruso de Stalin y la dictadura del proletariado. Está en las hemerotecas. En sus propias hemerotecas. En sus propios periódicos. Junto al Decálogo de las Juventudes Socialistas. Acudir a la historia para probar el amor a la libertad del PSOE es otra malísima idea.

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Lo más problemático para los socialistas, sin embargo, probablemente no es tanto su pasado como los propios postulados del socialismo. Existe una clara incompatibilidad entre defender la igualdad y el socialismo. Si hay libertad, no todo el mundo tomará las mismas decisiones. Si todo el mundo no toma las mismas decisiones, no a todo el mundo le irá igual y será imposible la igualdad. Todo el mundo no puede ganar lo mismo, tener la misma salud o ligar con el mismo éxito tomando decisiones distintas. Armonización fiscal, armonización salarial, armonización sexual, armonización mental. No puede haber igual número de ingenieros que de abogados si se puede elegir con libertad lo que se estudia. Con libertad tampoco habrá igual número de chicas que de chicos en una clase de Ingeniería que una de Derecho. Al final todos los socialistas tienen que decidir si lo que quieren conseguir es la libertad o la igualdad.

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La libertad y el socialismo son lo contrario porque la libertad y la igualdad son también lo contrario. Una cosa es que todo el mundo tenga un mínimo, pero otra muy distinta que todo el mundo tenga lo mismo o que sea malo que haya desigualdad. Los socialistas odian la libertad desde la educación hasta cualquier otro apartado de la vida. El socialismo no es libertad porque la igualdad exige uniformidad, y la uniformidad a su vez exige obediencia. El socialismo confía en el gobierno (por supuesto cuando gobiernan los socialistas) no porque desconfíe del individuo, sino porque desconfía de la libertad. Todos los paraísos socialistas acaban rodeados por un muro pero no para que no se pueda entrar, sino para que no se pueda salir. O sea, para que no se pueda elegir.

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Comentarios (1)
  1. De Navarra says:

    Resumiendo el artículo: Si la libertad y el socialismo son lo contrario y la libertad y la igualdad también son lo contrario, quiere decir que el socialismo y la igualdad son semejantes. Luego, cuando hablamos de igualdad, en realidad estamos hablando de socialismo, nunca de libertad.
    ¿Estoy en lo cierto?.

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