A continuación, gire a su derecha

Tomando la magistral ponencia del politólogo Agustín Laje, es más que prudente que la Nueva Derecha reflexione sobre sus palabras. En Chile, con un buen sistema económico no alcanzó para frenar a la izquierda que busca reformar las bases del Estado; en Perú se cambia de presidencia hasta que, por los mismos mecanismos de selección, termina asumiendo quien sea progresista; en Estados Unidos el fraude acabó con la resistencia de Trump al progresismo internacional; en Argentina se legalizó el aborto; en Colombia hay un auge de la izquierda.

Se vendrán tiempos duros para quienes, fervientes defensores de los valores rectos y perdurables, no comprendieron a tiempo lo que es una batalla cultural. Las estrategias de la Nueva Izquierda continúan cosechando aquello que cultivaron durante décadas, mientras algunos tibios, quizás por ignorancia, quizás por malicia, siguen difundiendo la falaz lectura de que es posible el armado político desde el centro. Aquellas burdas e inoperantes alusiones a “ni de derecha ni de izquierda” han sido el declive completo de cada nación que apostó a posiciones supuestamente superadoras. Resistir por el centro es favorecer a la izquierda, y tal como expusiera Laje, en Argentina, el centro de Macri generó el regreso de un kirchnerismo recargado (sumado a que las agendas culturales fueron idénticas); en Chile el centro de Piñera se tradujo en la reforma constitucional; en Perú el centro político finalizó con una destitución; en Colombia el centro generó convalidó la unión y entrada al congreso de las FARC; en México el centro colocó a AMLO en el poder; en España el centro le abrió las puertas a Pablo Iglesias.

A la Izquierda sólo la resisten la Derecha, le guste o no al lector. Ahora el desafío será que la mayoría sea de Derecha, pero para ello uno requiere realismo. El realismo ya demostró que el centro es un espacio que sólo favorece a la corrección política y el progresismo. Quizás algunos tibios que coquetean e ilusionan falsamente a jóvenes en búsqueda de espacios sanos, deban asumir a quién favorece esos discursos de “ni de izquierda ni de derecha”.

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