¿Por qué molestan el patriotismo y la corona a la izquierda?

¿Por qué la izquierda odia tanto la monarquía y el patriotismo? Pueden parecer preguntas irrelevantes pero no lo son. A la hora de apostar por la república, por ejemplo, ¿es realmente por razones democráticas, económicas o de eficiencia? ¿O lo que les lleva a la república no son tanto las presuntas virtudes del republicanismo, como veremos, sino el odio al sistema monárquico? ¿Y cuál es la razón de este odio? En cuanto al patriotismo, ¿rechazan el patriotismo por Franco, por auténtico internacionalismo? ¿O hay también en el fondo razones menos aparentes y más inconfesables para ese odio?

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Mencionábamos que se puede apostar por la república por razones de eficiencia y economía, ¿pero no sería más lógico precisamente en virtud de estos criterios apostar por la monarquía? Un rey elimina de la agenda del presidente del gobierno multitud de engorrosos actos de diplomacia y protocolo, o de simple carácter social como visitar una escuela especial, que un presidente del gobierno sencillamente no puede hacer sin menoscabo de sus actividades ejecutivas o, alternativamente, sólo son posibles teniendo además del presidente del gobierno o primer ministro un presidente de la república que se encargue de esas funciones. Pero entonces, ¿cuál es el ahorro en términos económicos?

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La izquierda insiste mucho en el carácter democrático de la representación republicana frente a la monarquía, pero esto en parte es falso y en parte, lejos de ser un factor negativo, puede ser más bien un argumento en favor de la monarquía. Es cierto que un rey no se elige en una votación cada cuatro años, pero por otro lado sería incierto pretender que no existe un apoyo al sistema monárquico en un país que por un lado ha votado una constitución monárquica, y que por otro deja libertad a la existencia de partidos republicanos que propongan un cambio de régimen. Es decir, el país quizá no elige democráticamente un rey cada cuatro años, pero sí que elige democráticamente un sistema que implica no votar un jefe de estado cada cuatro años. Por otro lado un rey en una monarquía parlamentaria no tiene poder ejecutivo, por lo que tampoco necesita un respaldo periódico en las urnas como el de un presidente de gobierno. Y esto lejos de ser un problema puede ser una ventaja, y de hecho puede ser el motivo de fondo del odio de la izquierda a la corona.

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La corona puede ser el único órgano en un momento dado que encarna una cierta neutralidad institucional, representando a la mayoría de la población de manera transversal. En este sentido, la corona se opone a las instituciones partidistas. En momentos como los actuales, ¿necesitamos aún más partidismo institucional? Por el contrario, es un momento en que se puede valorar que la corona sea una institución no partidista como tampoco lo debería ser la Justicia. ¿Sería más democrático que el gobierno y los partidos que lo apoyan controlaran también la jefatura del estado, o no es mejor para la democracia precisamente que una mayoría gubernamental no sea omnipotente y haya instituciones apartidistas, siquiera de carácter simbólico? Otra forma de plantear el asunto sería: ¿odia la izquierda a la monarquía sencillamente porque la corona no es una institución partidista?

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La misma reflexión la podríamos aplicar al odio de la izquierda por el patriotismo. ¿Es por un principio internacionalista? ¿Por qué entonces la izquierda francesa no reniega de la bandera francesa o la izquierda alemana del patriotismo alemán? Es más, ¿por qué la izquierda puede ser ultranacionalista en el País Vasco y Cataluña pero es totalmente antinacionalista respecto al patriotismo español?

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La respuesta que la izquierda española a lo mejor no quiere oír es que si odia el patriotismo español es porque la izquierda española es extraordinariamente sectaria. La monarquía y el patriotismo estorbarían entonces a la izquierda por el mismo tipo de motivos. Porque tanto la monarquía como el patriotismo son realidades apartidistas, inclusivas y transversales. A los españoles les puede dividir el ser de izquierdas o de derechas, pero les puede unir la monarquía o el amor a la patria común. Salvo que alguien sea muy sectario, la verdad es que podríamos concluir que las cosas que nos unen a pesar de nuestras diferencias ideológicas son buenas; es más, son necesarias. En estos tiempos lo podemos ver más que nunca.

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El partido, única entidad a la que se le debe amor, lealtad y disciplina

Alternativamente, el rechazo a la institución monárquica o al patriotismo encaja bien con una visión sectaria de la realidad y la conviviencia, en virtud de la cual no se pueden tener lazos de unión y afectividad más que con los que piensan como tu. A una visión de este tipo lógicamente se le conforma mejor la república y el desprecio al patriotismo, el rechazo en definitiva a cualquier institución o sentimiento que englobe a los diferentes y vaya más allá de los límites del partido y la afinidad ideológica. El sectario prefiere el partido a la nación, la corona o la familia porque al partido lo define la uniformidad de pensamiento.

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En el caso de los nacionalistas, al menos aquí en España creen en una patria que se identifica con el partido. Identificar la patria con el partido es la única manera de amar a la patria de los nacionalistas. Esto es tan visible como que la bandera de la CAV es la bandera del PNV. O que la ETA no era una organización que luchaba por el pueblo vasco, sino que mataba y expulsaba a todos los vascos que no pensaban como ETA. Amaba a los vascos exceptuando a la mitad de los vascos. Los separatistas catalanes proclamaron su república con el 47% de los votos malcontados en un referéndum no sólo ilegal sino sin garantía alguna. Su patriotismo republicano excluía al 53% de catalanes que no pensaban como ellos.

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Podríamos concluir que elementos sociales como la monarquía o el patriotismo tienen la virtud de poder unir a los españoles, o a los franceses, o a los suecos, en un proyecto común más allá de sus diferencias ideológicas . La pregunta es si para la izquierda lo deseable es la unión o la división. O más aún, si aspiran a una uniformidad de pensamiento en torno a sus postulados partidistas que haga innecesarios (incluso indeseables) los elementos sociales de unión que pueden ser transversales y transideológicos. El rechazo de la izquierda a la monarquía y el patriotismo se explicaría entonces, quod erat demonstrandum, por un rechazo a apoyar elementos sociales y nacionales de unión con personas de distinta ideología a la suya. ¿Para qué mantener instituciones capaces de unir a personas de distintas ideas si a lo que aspiramos realmente es a un modelo de sociedad en el que todo el mundo piense como nosotros? Parece por fin que la izquierda que piensa de este modo no pretende acabar con el patriotismo o la monarquía cuando consiga una sociedad uniforme, sino que pretende conseguir una sociedad uniforme acabando con el patriotismo o la monarquía, entre otros obstáculos. Y como los considera obstáculos, los ataca y los odia. Podríamos añadir para concluir a la familia, otra institución transversal, que puede incluir a personas que se aprecian con ideas diferentes, a la que normalmente también colocamos por encima de la disciplina de partido. Como cualquier elemento que genere afinidades y afectos transversales, lealtades superiores al gobierno u obstáculos a la transmisión directa de consignas del gobierno al individuo, otro obstáculo a eliminar.

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