El Ospa Eguna y el virus nacionalista

Un año más Alsasua espera alborozada la celebración anual del Ospa Eguna, el “Día del Adiós”, la fecha feliz en la que todos los negros y homosexuales habrán sido expulsados del pueblo. Tradicionalmente la celebración viene acompañada de actos como al quema de muñecos representando a los negros y los homosexuales del pueblo o al colocación de maletas en la entrada, ilustrando el feliz momento en que abandonen con sus cosas la noble localidad. Por alguna extraña razón, si cambiamos homosexuales y negros por policías y guardias civiles lo que a algunos les parecería aberrante automáticamente pasa a parecerles maravilloso.

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El Ospa Oguna es también una de esas cosas que convierten en una tomadura de pelo la tesis de que la paliza en Alsasua a dos guardias civiles y sus parejas fue una mera trifulca tabernaria. Una paliza a unos negros o unos homosexuales en un pueblo puede ser una mera trifulca tabernaria, pero no si todos los años en ese pueblo se celebra el día en que deje de haber negros en el pueblo, se queman muñecos representando a los negros o se graban videoguías de cómo hay que echar a golpes a los negros de los bares del pueblo.

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Si el Ospa Eguna fuera una fiesta reivindicativa de la expulsión de los homosexuales o los inmigrantes del pueblo, seguramente la Justicia tendría un criterio distinto respecto a la legitimidad de la celebración del que tiene cuando se trata de echar a los guardias civiles. Esto invita a sospechar bastante de la politización de la Justicia. Los ongi etorris, las fotos de presos, los brindis a favor de etarras, las pancartas… ¿Sería el criterio el mismo si se exhibieran fotos de maltratadores o si ciertos colectivos recibieran como a héroes a los violadores que salen de la cárcel ? Hay una tolerancia para la izquierda abertzale y otra para el resto. Tal vez porque con el resto no se consiguen investiduras ni presupuestos.

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Están también los que condenan los escraches cuando los sufren ellos, pero en cambio defienden el Ospa Eguna. La Guardia Civil defiende a los líderes de Podemos de actos de acoso que Podemos defiende que se promuevan contra la Guardia Civil. Es decir, el año pasado el Parlamento de Navarrra aprobó una declaración de rechazo del Ospa Eguna, pero con el voto en contra de Podemos. Si se vuelve a votar este año, ¿volverá a votar Podemos en contra? No olvidemos que Podemos ha venido a la política española a hacer imposible la vida personal de los representantes políticos que no piensan como ellos, pero eso lo practicó mucho antes la izquierda abertzale y no sólo con el tiro en la nuca. El señalamiento y la persecución social de las personas y haciendas de quienes estorban sus planes totalitarios son una práctica habitual de la izquierda abertzale de la que Podemos es un mero imitador. El objetivo último de esa presión social de la que el Ospa Eguna sólo es una de sus expresiones es la conversión de todas las personas en “txabales” desde su más tierna edad. O eres “txabal” o te vas del pueblo, como las olvidadas novias de los guardias civiles y sus familias.

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Cabe recordar que el Ospa Eguna es un acto en el que se exige no sólo la salida del pueblo de la Guardia Civil o la Policía Nacional, sino hasta de la Policía Foral. Habría que preguntarse quién haría las labores de policía en un universo en el que la izquierda abertzale consiguiera sus objetivos.¿Una milicia local formada por txabales? ¿Las jubentudes txabalianas?

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Lo más terrible de todo esto es que los celebrantes del Ospa Eguna no son cuatro zumbados irrelevantes que suscitan un rechazo social unánime o respecto a los que existe un cordón sanitario en el ámbito político. Por el contrario, son los amos de Alsasua y muchas otras localidades. Son el 15% de la población. Son el segundo partido de la CAV y el cuarto de Navarra. Son los socios sin los que no se pueden aprobar unos presupuestos o nombrar un presidente. Son los que llenan de mensajes políticos los patios de los colegios públicos, convertidos en fábricas de txabales. Son los que deciden los líderes de qué partidos políticos pueden visitar una localidad o no, o quién y donde puede celebrar un acto político. No son una minoría pequeña y marginada. Además para rematar el diagnóstico hablar de todo esto ya ni siquiera interesa a la sociedad. No da votos. Aburre. Nos hemos acostumbrado. Ante este virus hemos perdido la inmunidad.

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