Como ya se publicó la semana pasada, los resultados del informe PISA 2018, conocidos ahora, han resultados muy malos para Navarra. El nuevo consejero de Educación socialista, Carlos Gimeno, compareció el jueves para explicar estos resultados y no defraudó las expectativas; las bajas expectativas, por supuesto.
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Lejos de hacer algún tipo no ya de autocrítica, sino de crítica a sus actuales socios, Gimeno trató de salvar los resultados aunque después anunció medidas de un tipo bastante furibundo y sectario, que en realidad sólo estarían justificadas por un resultado catastrófico, pero además en el sentido totalmente contrario al de la salida del pozo. De hecho la solución de Gimeno, del PSN y por extensión de todo el pentapartito es seguir cavando.
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Aunque también los resultados de los colegios concertados han bajado en esta última prueba de PISA, el problema es que la brecha entre los colegios navarros públicos y concertados sigue siendo enorme. En competencia matemática, la puntuación media en la red pública es de 486 frente a los 526 de la concertada, que además representa un crecimiento de la brecha de 8 puntos respecto a 2015. En Ciencias, los centros públicos han obtenido 478 puntos por 512 la red concertada.
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El diagnóstico de la izquierda progresista sobre los malos resultados de la escuela pública en PISA hay que reconocer que cuanto menos es llamativo. ¿No era una bendición la inmigración? ¿No era la inmigración un win-win sin consecuencias negativas que cuanto más mejor? ¿Cómo es entonces que el deterioro de la educación y la brecha con la concertada ahora es culpa de la inmigración? Y la solución es… ¿repartir mejor la bendición? Por lo demás la inmigración en 2018 no será muy distinta que en 2015, por lo que el deterioro entre 2015 y 2018 difícilmente será culpa de los inmigrantes.
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¿Libertad educativa sólo para inmigrantes?
Que el gobierno de amor, pluralidad y progreso que nos pilota haya decidido aprobar un decreto para equilibrar el peso de la inmigración entre el sistema público y concertado no deja de provocar una cierta perplejidad. ¿Qué significa eso? ¿Que se darán facilidades a las familias extranjeras para que puedan elegir libremente entre educación pública o concertada? Pues nos parece estupendo. La pregunta es si el gobierno social del amor y el diálogo entre diferentes va a favorecer la libertad educativa sólo de los inmigrantes. O sea, ¿van o poder elegir el tipo de centro las familias inmigrantes y las navarras no? Las declaraciones de los miembros del gobierno y sus socios, desde luego, han ido hasta ahora en la línea de estorbar la libertad educativa de las familias. Y si por otra parte se facilita la libertad de elección de las familias navarras, ¿no podría suceder que no ya los inmigrantes sino una gran parte de la población se pasara de la pública a la concertada? Cuesta mucho pensar que este gobierno vaya a apostar por la libertad.
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En cuanto a los inmigrantes, no obstante, resulta muy curioso contrastar el actual diagnóstico actual de Gimeno y el PSN con el de Gimeno y el PSN en septiembre de 2018. Hace poco más de un año Gimeno comparecía para denunciar la desproporción con el reparto del alumnado inmigrante entre la educación pública y la concertada, pero poniendo en el punto de mira al modelo D. El ahora consejero Gimeno señalaba entonces que los centros concertados en castellano, con un 33,24%, “escolarizan más alumnado desfavorecido que todo el modelo D, incluido el público y el privado, éste último con un testimonial 3%”.
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¿Habrá que pensar entonces que el gobierno transversal y de progreso prepara un decreto para redirigir a los inmigrantes hacia el “insolidario” modelo D? Aunque todos sabemos que no, a juzgar por los datos así debería de ser. Por otro lado, ¿y si los inmigrantes no quieren ir al modelo D a estudiar en vascuence? ¿Y si tampoco muchos de ellos, por ejemplo los musulmanes, quieren ir a colegios concertados católicos? ¿Le pedirá Gimeno a Marisa de Simón que elija por ellos? ¿Va a acabar Marisa de Simón diciendo la educación de todo el mundo? Y más allá de nombrecitos y palabritas como “social”, “tranversal” y “progreso”, ¿no es una dictadura educativa que Marisa de Simón y Adolfo Araiz elijan la educación de todo el mundo? Una dictadura educativa, además, de bajo nivel académico a la luz de los resultados de PISA. Y más baja que será si, en la más consistente tradición socialista, la solución consiste en una igualación pero por abajo de las redes y los modelos educativos.
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