Al final Greta apareció en Madrid cual mesías laico para participar en la cumbre contra el cambio climático que los grandes poderes celebraban en la capital. Para ser coherente vino en su catamarán, y efectivamente no se le puede llamar incoherente, o no mucho porque en un momento dado el catamarán encendió los motores diésel para superar las corrientes y el viento de proa, aunque sólo un poquito. Pero no nos pongamos puntillosos, el problema es que para no ser incoherente la niña tuvo que pegarse un viaje de 17 días para atravesar el océano, lo cual nos muestra hasta qué punto sus planteamientos son incompatibles con el progreso y nos devuelven a una época anterior a Lindberg y al Espíritu de San Luis. No podemos retroceder a los años en que cruzar el Atlantico costaba 3 semanas en barco de vela, o no llamemos a eso “progreso”.

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Hipocondría climática

El recientemente fallecido geógrafo Anton Uriarte, una de los referentes en España del cuestionamiento de la calentología, explicaba en una conferencia de manera muy ilustrativa cómo se ha impuesto a nivel científico y universitario el pensamiento único sobre el calentamiento global. El profesor explicaba hace unos años que si alguien estaba estudiando las costumbres reproductivas del topo y pedía una subvención era casi imposible que la obtuviera pero que, sin embargo, si pedía la subvención diciendo que era para estudiar los efectos del calentamiento global en las costumbres reproductivas del topo, el cheque estaba asegurado. Actualmente la cosa quizá ya es menos sutil. La llovizna de dinero público sobre el negocio climático es ahora una auténtica DANA y la defensa de la teoría, cuanto más dinero de por medio, debe ser tanto más aguerrida. El que niegue el calentamiento, ergo el torrente dinerario, es un fanático, un negacionista, un fascista, un asesino, un genocida planetario. Tampoco es sólo cuestión de dinero, sino de control del pensamiento. Al final con la excusa del clima se nos impone una visión del mundo que no tiene nada que ver con el clima. Llegados a este punto no hay mucha diferencia entre tratar de discutir una idea cuando si lo haces te patean la cabeza o o cuando sólo te conviertes en un apestado. Normal que ya casi nadie discuta el calentamiento, como si hubiera libertad para hacerlo o como si hubiera negocio negándolo.

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Aunque fuera cierto el calentamiento, por este motivo, hay que tener en cuenta dos cosas. Que es enorme la coacción social que estamos viviendo, tanto que se convierte en un contra-argumento porque, si casi está prohibido dudar del cambio climático, que poca gente dude de él ya no significa nada. La ciencia y la razón, desde luego, no tienen nada que ver con el número de gente que piensa una cosa u otra sino con los argumentos para pensarla. Por otro lado y ante todo lo visto es preciso preguntarse qué parte del discurso sobre el cambio climático tiene aún algo que ver con el clima y no con la imposición del pensamiento único izquierdista, globalista, feminista, indigenista, anticapitalista.

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Matar a Greta Thunberg

No se asusten que no nos hemos pasado al terrorismo y a la incitación a la violencia. Pero a lo mejor otros no piensan lo mismo. Y en este caso no los detractores de Greta, sino sus creadores e impulsores. Matar a Greta, por desgracia para la niña, tendría su lógica. Y cuando algo tiene lógica que pase, hay una cierta predisposición a que pase. Por fortuna para Greta tampoco los humanos somos seres muy lógicos.

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Crear un mito o correr el riesgo de que cambie de opinión

Elegir a una niña de 16 años y con diversos trastornos como cara visible de una causa tan enorme y con tantos intereses políticos y económicos detrás tiene sus riesgos. ¿Y si después de convertirla en un icono la niña se revuelve contra los domadores? ¿Y si un día anuncia ante todos los medios que ha estado leyendo y dando vueltas al asunto en a la cabeza y que ya no cree en el calentamiento global? ¿O si dice que puede que haya un cierto calentamiento pero que puede que tenga que ver con los ciclos solares y no con la acción del hombre y que esos ciclos y han existido siempre y que la temperatura del planeta es una variable cambiante? O peor aún, ¿qué pasaría si la niña un día denuncia que le han robado la infancia y que se ha sentido expuesta, coaccionada y utilizada para la defensa de unas ideas y unas políticas que ella no estaba por su edad y nivel de conocimiento en situación de poder valorar con la suficiente madurez?

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Todo lo anterior es sin duda un riesgo de que Greta siga viva. O sea, si Greta falleciera en un naufragio, volviendo de recoger el Premio Nobel, en plena eclosión de su figura como defensora de la calentología, se convertiría en un mito. No sólo se convertiría en un mito para la historia de la lucha contra el cambio climático sino que desaparecería el riesgo de que el mito un día cambiara de ideas y se convirtiera en una testigo de cargo contra todo lo que ahora le están haciendo defender.

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Por supuesto todo esto no es más que una elucubración más o menos provocadora pero, asumiendo que por suerte es improbable que nadie vaya a hacer nada contra Greta, si no obstante hay alguien que esté pensando con motivos en el mal de Greta puede que no sean sus detractores, sino sus impulsores. La muerte accidental de Greta en este momento la convertiría en un mito sin dejar ningún cabo suelto. Sería tan conveniente que tal vez ahora el nivel de riesgo de que Greta sufra un percance extraño es de 0,0000001, pero no cero. Obviamente lo interesante de que Greta se revolviera de repente contra sus creadores no sería lo que pudiera decir del clima, sino de la utilización política y mediática a la que se le está sometiendo siendo una niña. Porque incluso asumiendo que el calentamiento global fuera cierto el nivel de exposición y lo que se está haciendo con esta niña es siniestro.

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Comentarios (2)
  1. De Navarra says:

    Preguntado sobre el cambio climático el Premio Nobel de Física Robert Laughlin manifestaba lo siguiente: “La realidad es que la ciencia aún no comprende cómo funciona el clima, un sistema caótico, complejo y no lineal y que, como es lógico, el clima a largo plazo resulta fundamentalmente impredecible y está afectado por causas naturales, desde la radiación solar hasta la interacción de los océanos y las nubes. Así que por favor, mantengan la calma; no tenemos poder para cambiar el clima, algo que la Tierra hace de forma rutinaria sin pedir permiso a nadie ni dar explicaciones”.
    Por otro lado, el profesor Amando de Miguel sentenciaba: “El supuesto problema del calentamiento de la Tierra no debe dejarse en manos de los ecologistas de todos los partidos. Sería como delegar la dirección de las residencias de ancianos a los fanáticos partidarios de la eutanasia”.
    Pero, tristemente, parece imposible parar el verdadero tsunami, el de las subvenciones públicas (pero con dinero de particulares), que han montado las organizaciones políticas supranacionales para imponernos por la vía sentimental, no racional, una nueva religión con nuevos dioses y apóstoles (“la Madre Tierra”, “santa Greta”) así como la eliminación del capitalismo y la implantación del social-comunismo.

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  2. el liberal navarro says:

    Lo increible es ver cómo el barniz progre elimina cualquier control , todo ello en nombre de una “Santa Causa”. Si la tal Greta hubiese focalizado su manía contra los menas o en la inmigración ilegal, la fiscalia sueca hubiese actuado sobre sus padres por “discurso de odio”, por no escolarizarla (tenia quince años cuando salio a la palestra), por no medicarla, por explotación infantil… Desde luego la progresia americana no la hubises dejado aparecer por alli, y al llegar a España el payaso que ahora ocupe el papel del Juez Garzón hubiese abierto diligencias en nombre de la justicia universal por la pobre niña enferma mental recorriendo el mundo sin tutela familiar y facturando. Como viene en nombre de la laicoreligión progre mas “in”, nada se inquiere y todo se disculpa…

    ¿Y la derecha? deseando subirse al carro

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