Medalla de Oro de Navarra a la incoherencia

Bueno, pues ya está. El domingo el Gobierno de Navarra entregó la Medalla de Oro de Navarra a los descendientes de Campión, Olóriz y Altadill, entre la emoción de las familias, la reprobación del Parlamento, la ausencia de UPN, PPN, PSN e IU y la autocomplacencia de Uxue Barcos. Eso sí, el Gara y el Noticias señalan que no se echó a nadie de menos, que las ausencias no se notaron, que por tanto la presencia de los ausentes en realidad era despreciable, aunque representen a la mayoría de los navarros. El editorial del Noticias llega a hablar de “fiesta inclusiva” y “ausencias injustificables”. Nos quedamos con el dato porque lo traeremos de nuevo a colación cuando recuperemos la hemeroteca del año 2014.

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Uxue Barcos insiste en que la bandera de Navarra no existía hasta 1910

Uno de los motivos para que una parte de la sociedad haya rechazo la medalla a los galardonados es que alguno de ellos, en concreto Campión, apoyó el Alzamiento de 1936. Tampoco gustó mucho el tono de alguno de sus escritos, ora nacionalista, ora xenófobo, ora supremacista. Pero incluso al margen de esto había otro motivo para cuestionar toda la justificación de la entrega, que era la pretensión de que los tres galardonados poco menos que se habían inventado de la nada una bandera en 1910, cuando sobran los testimonios de que las cadenas y el fondo rojo representan a Navarra desde hace siglos. Pues bien, Barcos insistió en este punto durante la entrega, reafirmando la sospecha de que efectivamente la elección de los galardonados no era el fin del acto, sino un medio para colar un determinado discurso, en concreto el que subyace bajo estas palabras de Barcos durante la ceremonia: “por su aportación decisiva a la hora de definir para Navarra un símbolo permanente de su identidad del que carecía hasta entonces: la bandera de Navarra tal y como se conoce hoy”. Pues no, la bandera de Navarra y desde luego sus elementos identitarios permanentes existían hace mucho y la oficialización del modelo de 1910 es un episodio en la historia de esos símbolos, como la pérdida de la corona durante la Segunda República o, posteriormente, la introducción de la Laureada y después su eliminación. A nadie se le ocurre que cada uno de esos episodios constituye una nueva invención de los símbolos y que Navarra, que era un reino con sus símbolos desde tiempos medievales, no tiene escudo o bandera hasta 1982, última modificación.

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¿Campión creía en una Navarra plural?

A tenor del discurso de la presidenta durante la ceremonia, “Cuando en 1910, Julio Altadill, Arturo Campión y Hermilio de Olóriz informaron acerca de cuál debía ser la bandera oficial de Navarra, hicieron un evidente esfuerzo por tener en cuenta esa pluralidad, esas distintas sensibilidades que han caracterizado a nuestra tierra. Ese fue uno de sus grandes aciertos”. Pues bien, ni sabino Arana ni Campión creían en una Navarra plural, ni culturalmente plural ni racialmente plural. Basta para comprobarlo con acudir a alguno de sus escritos, alguno de ellos grabados en piedra en la vía pública y colocados allí por los partidos nacionalistas. No nos dejen recuerdo permanente de estas cosas y después nos hablen de lo plural y diversa que era la idea de Navarra de Campión o los aranistas, porque no.

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Más aún, las banderas y los símbolos no tienen nada que ver con la democracia. La bandera de Cuba es la bandera de Cuba. Y es la que es hasta que sea otra, si es que hay otra bandera cubana en el futuro. Y lo mismo vale para la bandera francesa, la china, la navarra o la española. La bandera de Francia ha sido bandera francesa con presidentes democráticos y con Napoleón. Las banderas representan países o territorios y esos países a veces son democráticos y a veces no. Si la democracia fuera una bandera todos los países democráticos tendrían la misma bandera. La bandera de un país no tiene por qué cambiar al cambiar el gobierno, ni el tipo de régimen político. Uno no ama su país porque ame la democracia, la libertad o el pluralismo, sino que si la gusta la democracia, la libertad o el pluralismo, intentará que su país sea libre, democrático y plural porque lo ama. El discurso de Barcos se preocupa mucho más por ser políticamente correcto que por tener lógica.

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Ni lógica, ni coherencia

Dicho todo lo cual, resulta muy ilustrativo comparar algunas portadas de ayer con las portadas de 2014, cuando se entregó la Medalla de Oro de Navarra a Huarte y Urmeneta. En 2014, aparte de las ausencias de formaciones como Geroa Bai (a las que el Noticias no dedicó un editorial calificándolas de inexcusables, ni despreció asegurando que no se notaron), hubo hasta una concentración de fusilados del 36 a la puerta del Parlamento. ¿Dónde estaba el domingo esta asociación cuando le daban la medalla a Campión? Y este año, ¿cómo es que la portada del Noticias habla de devoción cuando en 2014 el argumento era lo polémica que había resultado? ¿O todo depende de si la medalla la entrega una tal Barcina o una tal Barcos?

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Barcos mete la política en el discurso institucional

En un discurso institucional como el del domingo la presidenta no debería haber introducido en su perorata términos como “precariedad laboral” y otros muchos, mezclando el discurso político del día con un discurso institucional. Si estamos hablando de Navarra, su historia y sus símbolos, sobran todas esas referencias a la actualidad y a los supuestos logros del cuatripartito, identificando incluso la existencia de Navarra con cierta visión cuatripartita del estado de bienestar. De entrada porque no toca, porque podrían reprochársele muchos retrocesos a este gobierno y porque, además, no hay una cifra de paro, de deuda o de déficit a partir de la cual Navarra dejara de exisitir. Navarra seguiría existiendo aunque la inflación subiera al 7% o el fracaso escolar, que en 2015 era del 10,8% y ahora del 13,7%, subiera al 40%. Diríamos que Navarra está muy mal, pero no que no existía Navarra. A fin de cuentas hasta Burundi existe. Al menos si no se lo anexiona la CAV, claro que el presidente de Burundi no consta que esté por la labor.

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La presidenta también tiene un poquito de razón

A lo largo de su discurso la presidenta Barcos también dijo alguna cosa en la que no le falta razón, como que “En torno a los símbolos se elaboran relatos que explican nuestro pasado y contribuyen a cohesionar a una comunidad en el presente. Con demasiada frecuencia esos relatos rescatan de la historia algunos aspectos y acontecimientos y silencian u olvidan otros que son igualmente ciertos y valiosos. Con demasiada frecuencia esos relatos quieren trasladar al presente una idea de uniformidad, un continuo histórico que explica sin fisuras lo que hoy somos y lo que hemos sido a lo largo de la historia. Esos relatos eliminan la pluralidad y las contradicciones tan propias del ser humano, de las comunidades y de la historia de esos colectivos”. Efectivamente, de hecho entre las medallas de 2014 y 2017 eso les ha pasado a todos los partidos. Es insoportable estar juzgando a Campión, a Huarte, a Urmeneta, o a Julio César instalados en un presentismo absoluto. Ninguna figura del pasado puede pasar el filtro actual de lo políticamente correcto, de ahí las incoherencias de nuestros políticos. De hecho tampoco nadie del presente acabará seguramente pudiendo pasar por este asfixiante filtro. Pero esto de contextualizar y no hacer presentismo o vale para todos o no vale para ninguno. O al final no pasarán la prueba de pureza más que figuras tan inobjetables como Lenin, de Juana Chaos y Fidel Castro.

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