El veto al doctor Jokin de Irala en la Universidad de Cadiz

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En todas las ciencias blandas o en los aspectos más difusos y polémicos de la ciencia queda un amplio margen para la política. Por ejemplo, hace unos años existía un consenso en la comunidad científica de que la homosexualidad era una enfermedad. ¿Cómo salió la homosexualidad de la lista de enfermedades?

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Ahora es una enfermedad, ahora no lo es. Ahora lo es, ahora no

En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) decidió sacar la homosexualidad del ‘Manual de Diagnóstico de los trastornos mentales’ (DSM) por medio de una votación en un congreso, en la cual 5.854 asistentes votaron a favor y 3.810 en contra, siendo los psiquiatras asistentes una pequeña parte de los psiquiatras existentes en el país. Es decir, que la decisión de dejar de considerar la homosexualidad como una enfermedad no vino de la mano de un descubrimiento o de una evidencia científica, sino de una votación en un congreso envuelto en una presionante política mediática y que se celebró estando el edificio rodeado de manifestantes escracheando a los asistentes. La OMS no decidió sacar a la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales hasta 1990. La transexualidad se sigue considerando una enfermedad a fecha de hoy, concretamente un trastorno de identidad sexual.

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Todos los defensores de la normalidad de la homosexualidad pretenderán que si hasta 1973 en los EEUU o hasta 1990 en la OMS la homosexualidad era considerada una enfermedad, lo era por prejuicios morales, religiosos, políticos y sociales y no por motivos científicos. Sin embargo, en virtud del mismo principio, podría sostenerse que si ahora la homosexualidad no se considera una enfermedad es también por motivos políticos y sociales, no por un principio científico.

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Tras este breve repaso histórico, hoy es el día, unos pocos años después, en que lo que está proscrito es poner en duda que la homosexualidad sea algo totalmente normal. Si alguien lo pone en duda, es vetado, señalado, expulsado del circuito de la ortodoxia, excluido del debate científico, excluido de los medios, excluido de las subvenciones y excluido de las universidades. La pregunta es si todo esto le pasa a alguien porque se sale del consenso científico existente o si existe un consenso científico en torno a esta cuestión porque al que se sale de la raya le pasa todo esto.

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Un ejemplo real: la charla del doctor Jokin de Irala en la Universidad de Cadiz

El doctor Jokin de Irala es conocido por defender tesis tan controvertidas como que “la homosexualidad se puede curar”. Con esta carta de presentación, relata el diario El País, los alumnos de la Universidad de Cádiz (UCA) iniciaron hace unos días una campaña para impedir que el también catedrático en Medicina ofreciera una conferencia en el salón de actos de la Escuela de Ingenieros. “No aceptamos que en un espacio público se den charlas que incitan al odio”, resume Pablo Jones, secretario de la asociación en favor de los derechos LGTBI Lambda La Isla, que ha promovido la campaña en contra de la charla. Y ni 24 horas pasaron desde que arrancaran sus protestas, viralizadas en las redes sociales, para que la UCA haya decidido suspender el encuentro debido a su supuesto carácter homófobo.

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El acto no estaba organizado por la universidad, según puntualizó su gabinete de comunicación, sino por los centros de educación privada del Opus Dei, Guadalete y Grazalema, ubicados en El Puerto de Santa María. La UCA se limitó a alquilar el espacio para la celebración de una conferencia convocada y, “al apreciar que existía un claro conflicto de intereses, hemos decidido suspender la reserva del espacio”. La conferencia de Jokin de Irala se enmarcaba dentro de las convocatorias Attendis Talks y llevaba por título “Otros hablan con vuestros hijos, ¿habláis vosotros con ellos?”.

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La libertad de expresión para repetir las ideas dominantes es sagrada

El gran pecado del doctor Irala es que cuando alguien cuestiona su propia heterosexualidad ha de recibir todo el apoyo médico, social e institucional para ayudarle a transitar hacia la homosexualidad. Pero si es un homosexual quien quien cuestiona su homosexualidad, entonces el entorno médico, social e institucional debe imponer por todos les medios que se evite ese tránsito. Si alguien no es feliz con su homosexualidad, deberá fastidiarse porque su confusión cuestiona el actual consenso político-científico.

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Obviamente, como siempre reiteramos al debatir estos asuntos, al margen de lo que cada uno piense de la homosexualidad los homosexuales deben ser tratados, como cualquier persona, con afecto y respeto. Más aún, si cabe, por parte de quien considera que tienen un problema, precisamente por ello. Lo normal, además, es tener problemas, aunque eso no significa que no sean problemas.

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Comentarios (6)
  1. Tanto en contra antes, mal…y tanto a favor ahora, cuanto menos es sospechoso.
    Como dice el refranero español, Ni Tanto Ni Tan Calvo.

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  2. Ispan1 says:

    Todos a pensar lo mismo dicen los roji pardos. Eins,zewi,drei.Links.links.

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  3. Ispan1 says:

    Perdón sería Ein, zwei, drei, vier.Links,links,links.

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  4. Ramon de Argonz says:

    El sectarismo de algunos nos mete a todos en el callejón sin salida del retorcimiento de las palabras.
    El respeto hacia las personas me hace distinguir entre homosexual -que no ejerce como tal e incluso lamenta su estado- de lo que los abuelos llamaban en castellano -sin desprecio, desde luego- “maricón”, al menos para prevenirse en el roce de la vida.

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  5. LIBERAL SEXUAL says:

    Nunca he entendido la homosexualidad masculina (la femenina la adoro lo reconozco) pero siempre la he considerado muy positiva, al fin y al cabo es un enemigo menos y una ración más

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  6. castiiloOlite says:

    Yo no estoy en contra de los homosexuales o de las ideas de cada persona con su cuerpo y vida ; dentro de lo que se conoce como respeto mutuo. Pero, una cosa es ser homosexual y otra querer que toda una nación lo sea a la fuerza. Lo hemos visto con ¨ banderitas multicolores o arco iris ¨ en el propio Congreso de los Diputados, en coches de la Policía, en colegios, etcétera. Y, eso en mi pueblo se llama adoctrinar a la gente.

    Con respecto a la persona docta que intentaba dar su charla-coloquio todo mi apoyo sincero. Es evidente que los que se llenan la boca y levantan banderas de la democracia luego realmente no lo son.

    Las subveciones son muy poderosas, y hay gente ¨ pá tó ¨ ; incluso gente que ni siquiera es gay o lesbiana y por unos euros se venden y forman jaleo.

    Realmente no vivimos en una democracia, y ya hay quién habla de reponerla.

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