El fuerico solar

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Ante la Sentencia del Constitucional, que tumba la normativa foral en energía eléctrica, todos nuestros políticos se han rasgado las vestiduras. El TC dice que esta materia es competencia del estado o, en todo caso, debería ser acordada en el marco del Convenio Económico. Todo este ruido oculta el problema de fondo: el del entusiasta ZP cuando se lanzó a ser el más ecológico de la clase sin antes hacer las cuentas. Tal es el desaguisado que el Gobierno del PP está obligado a corregir, porque sencillamente no hay dinero para pagarlo.

Presentados los inversores de los huertos solares como emprendedores del nuevo capitalismo popular, todo su empuje ha consistido en decir sí a un proyecto de placas en el que se les prestaba todo el dinero, en el que se les hacía un plan de financiación y en el que, sin aparentemente “otro riesgo”, se les “garantizaba” la operación por el BOE. Tan solo tenían que esperar y ganar.

Cierto es que, sin seguridad jurídica, un estado moderno y próspero sencillamente no es viable. Nuestros bienamados políticos nos han puesto en la tesitura, por tanto, de tener que pagar un dinero que no tenemos o incumplir un compromiso de pago con grave quebranto para las expectativas de los inversores y para la credibilidad de la administración.

Obviamente los inversores pueden recurrir a la Justicia pero, en todo caso, la disyuntiva es o que el estado condenado pague al final de todos modos, viaje para el que no hacían falta alforjas y en el que además de perder la credibilidad se acaba pagando  el dinero, o que los inversores vean incumplidas e impagadas las condiciones de su contrato.

El resultado de todo ello es que estamos abocados a una mala solución, resultado de una apuesta más política e ideológica que económica, decidida por personas que no se jugaban su dinero sino el de los contribuyentes.

La falsa apuesta por el I+D

Nos creemos que si los países como Alemania o los EEUU fabrican cohetes entonces es que para ser rico hay que fabricar cohetes, dando por hecho que en Alemania no hay agricultores, zapateros, camareros o repartidores de pizzas.  Y entonces ponemos a toda nuestra juventud a estudiar para fabricar cohetes. Una juventud que o acaba repartiendo pizzas con un título inútil de ingeniero aeroespacial bajo el brazo o tiene que irse a trabajar a Alemania porque aquí seguimos sin fabricar cohetes. Cierto es que el cambio de modelo económico que necesita España en buena medida consiste en que, en vez de salir de las aulas españolas alumnos dispuestos a quemar comercios, salgan alumnos dispuestos a ponerlos en marcha. Pero no menos cierto es que nos hemos creído que para ser ricos había que fabricar cohetes cuando a lo mejor era todo lo contrario, siendo la realidad que había que ser ricos para poder fabricar cohetes.

El capitalismo basado en el BON

A nadie se le escapa que en esto del I+D+BON había mucho más de capacidad de florecer a la sombra del BON que de auténtico emprendimiento. Si desde un punto de vista objetivo dejar de pagar lo acordado es un desastre para una administración seria, desde el punto de vista subjetivo sucede además que muchos de los inversores eran, por decirlo de algún modo,  cercanos a los promotores del invento. Es decir, que los costes de un impago se multiplican y no se limitan a lo económico. Todo lo cual conviene saberlo para considerar el problema globalmente teniendo en cuenta tanto o más el huevo que el Fuero.

En el capitalismo no hay beneficio sin riesgo pero las normas y compromisos se cumplen. Eso de producir supuesta I+D a costa del BOE y el dinero del contribuyente no es el nuevo modelo sino el viejo modelo de siempre. A ese modelo no es adonde tenemos que ir sino de donde tenemos que salir. ¿Qué espalda es ahora la que va a tener que sufrir el latigazo? ¿La del inversor o la del contribuyente? Decidan ustedes mismos. Pero lo más importante es no volver a repetir jamás los errores que nos llevan a insoportables disyuntivas de este tipo.