Hace tres meses, bastante antes del 15M, concretamente el 23 de febrero, -¡vaya fecha!- hacía desde estas líneas un llamamiento a la rebelión cívica, al estilo africano-árabe pero en plan constructivo. Entonces no se me pasaba por la cabeza que pudiera surgir un movimiento callejero indignado contra todo menos contra el gobierno. ¡Quién lo iba a decir! Un motín que ignora al capitán. Una revolución domesticada. Una indignación que previene indignaciones más indignadas. Como cuando hacen los bomberos una quema controlada para evitar que el fuego salvaje se extienda a su antojo.
Me parece a mí que esta indignación de juguete para lo único que ha servido es para bajar la guardia, para que cunda el desánimo entre los verdaderos indignados, para dificultar futuros conatos de indignación. Ha sido un fuego artificial, una explosión preventiva, un simulacro de tiranicidio, dudo mucho que vaya a conseguir alguna de las mejoras más sensatas que proponen especialmente en el campo electoral partitocrático. Algunas de ellas están bien, realmente, pero ya perdonarán que no salgamos por ahí a la plaza para defenderlas. Estamos trabajando.
Que es una revolución un poco domesticada, es cierto.
Pero que precisamente porque está sólo “algo” domesticada, y no del todo, como pretende el artículo, es falso que no hayan apuntado al Gobierno.
No sé quién habrá distribuido esa especie, o más bien sí, pero un breve ejercicio de información desmiente tal cosa (como resulta que no puedo incluir más de dos enlaces, me dejo bastantes):
https://lh5.googleusercontent.com/_1mj0adrqkws/TdQpHNbQ7VI/AAAAAAAAP44/v2FEIaUEcSQ/s800/IMG_6372.JPG
http://img1.imagehousing.com/43/b69d0f976706d719c26dfcb2e1c5d491.jpg
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Os equivocáis gravemente al mirar los toros desde la barrera considerando a todos los que acuden a las plazas de España como perroflautas sin trabajo.
Luego no digáis que al final se hicieron los radicales de izquierda con el movimiento porque estábais demasiado ocupados trabajando.
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