La lengua materna

Cada cual tiene la que tiene. Esto no es como los de Bilbao, que nacen en donde quieren. Uno habla desde su más tierna infancia lo que le enseña su madre auténtica, o su tele, o su niñera a jornada completa. Porque el ser humano es así y a estas alturas no creo que vayamos a inventar un microchip de la lengua para aprender en plan matrix cualquier idioma en cuatro segundos. Lo anormal de este asunto tan ordinario es que de vez en cuando me encuentro en distintos puntos de España -y bastantes en Navarra, claro- con gente que se avergüenza de su lengua materna. Hablan en un castellano perfecto pero procuran cubrir el esqueleto sintáctico con vocablos a cual más exótico. Unos se pirran por lo anglosajón. Otros se esforzaron meritoriamente por aprender la lengua vascongada, que en mejor de los casos sería su lengua tatarabuelerna, pero a todas luces se ve que es demasiado fatigoso ese esfuerzo de traducción mental permanente. Es posible que hablen igual que don Sabino en sus mejores sueños, pero no consiguen ocultar las consejas de su madre castellanoparlante. Supongo que se me entiende que con esto no pretendo criticar ni muchísimo menos ni el aprendizaje del inglés, ni el del nobilísimo euskera. Lo que me fastidia es el fastidio -que tanto se les nota- de los hispanos que viven acomplejados de ser lo que son, y de pensar como piensan, y de ser hijos de quien son. ¡Así no se puede vivir a gusto, hombre!

Comentarios (1)
  1. spurgus says:

    Y sin embargo, ¡cómo persiste la gente en quitarse ese complejo de culpa por no saber el idioma de su tatarabuela!… ¿Pasará como en la época hipi, que se esforzaron tanto en no inculcar absolutamente ningún sentido de la responsabilidad, en desculpabilizarlo todo para que “el niño no sufra”?

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