Apadrina a un banquero, la nueva ONG de Marcos Andía.

Leo con placer que el Congreso norteamericano ha rechazado el plan de ayudas para reflotar el sistema financiero. Debo ser un insensato, pero me alegro sobremanera de este rechazo. Poco durará la alegría en casa del pobre, temo que más tarde o más temprano, cual Constitución Europea rechazada en referendum, conseguirán aprobarlo.

En el fondo de mi postura hay un planteamiento moral. Es injusto que los contribuyentes, los hijos de los contribuyentes, y los nietos de los contribuyentes, tengan que reflotar con su dinero el negocio de unos señores que se han hecho de oro vendiendo basura, hipotecas basura, que han camuflado incluyéndolas de forma indistinguible en lotes con otros títulos, hasta conseguir que todos ellos estén bajo sospecha y tengan valor cero.

Que lo pagen ellos.

Que quiebren sus preciados bancos y se arruinen sus accionistas. Ellos estaban obligados a vigilarlos.

El argumento en contra es que si quiebra una zapatería, un restaurante o un gimnasio, se arruina sólo el dueño del negocio, pero si quiebran los bancos nos arruinamos todos. Un servidor, sin embargo, desea comprobar si eso es así. Pongamos a prueba el mito. Tratemos al banquero como al resto de los humanos. Es lo justo. Veamos qué pasa. Dejemos actuar al mercado. A lo mejor con lo que hay que acabar es con los bancos centrales y el monopolio del dinero. Esto no es conceptualmente imposible.

A fin de cuentas, todo esto se ha producido por la política keynesiana e intervencionista de crédito fácil y las inyecciones permanentes de liquidez practicadas durante más de una década. Un servidor duda mucho de que si el origen del problema es el exceso de liquidez, la solución al problema pueda ser una inyección masiva de liquidez. Una inyección de nada menos que de 700 mil millones de dolores. No sé ustedes, pero yo ya me huelo una segunda inyección todavía mayor, será en semanas, será en meses o será en años, pero yo ya la estoy viendo. Mejor ver qué pasa ahora que después de haber pagado 700 mil millones, que saldrán de nuestros bolsillos.

Pero no se crean que no ofrezco alternativas al plan de rescate. Tengo mi propio plan de rescate alternativo. Por una parte, pretendo declarar al tiburón de las finanzas como especie en peligro de extinción. Por otro lado, propongo crear una ONG llamada “banqueros sin fronteras”. No hay problema si quiebra un banquero, usted puede apadrinarlo. Un euro al mes sirve para dar de comer a un banquero arruinado, aunque previamente haya que llevarlo a Guatemala para poder darle de comer con un sólo euro.

Puede que no salvemos a esta generación de la ruina dejando caer el sistema bancario, pero creo que sin duda salvaremos de la ruina a las generaciones siguientes. Habrán pagado los culpables, y habremos hecho lo que es justo. Naturalmente no sólo pagarán los culpables. Como siempre. Pero al menos esta vez también pagarán los culpables. Y después de todo… ¿Y si el mercado funciona?

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Marcos Andía.

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