Objeciones al Defensor del Pueblo.

Qué cosas. El Defensor del Pueblo no sabe bien en qué equipo juega. Porque, en teoría, él cobra un sueldo que le paga el Pueblo para que le defienda de los posibles abusos del Estado. Y, ahora, se descuelga defendiendo al Estado al emitir una resolución que niega a muchos ciudadanos el derecho a la objeción de conciencia. Justo lo que necesitábamos: un Defensor del Estado.

Muchos padres -más de 36.000 en toda España- pensamos que la asignatura de Educación para la Ciudadanía -EpC- se opone a un derecho reconocido en la Constitución y en la Declaración de Derechos Humanos. Muchos creemos que EpC se adentra en las conciencias de nuestros hijos para decirles lo que está bien y lo que está mal, o, dicho de otra forma, para grabar en ellos la idea de que nada está bien o mal, que todo depende… Claro que depende. Bajo esta perspectiva, muchas veces, la bondad de una acción pasa a depender, básicamente, de que la ejecute yo -esto transforma en buena cualquier acción- o de que los ejecutores sean otros -en cuyo caso, la bondad es más discutible; sobre todo, si la acción conlleva una víctima, y ésta soy yo-. Un criterio que, como comprenderán, no nos convence a los que pensamos que la felicidad de nuestros hijos depende de que elijan lo que está bien.

En definitiva, que somos muchos los que no queremos que este gobierno -ni ningún otro, que se enteren también UPN, PP y compañía- se inmiscuya en una tarea que nos corresponde sólo a nosotros. Y, mientras tanto, que el señor Defensor decida con qué camiseta juega. Si no le importa, vaya.

Julia Armenteros

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