No me refiero al futuro de Ciganda, que si continúa al frente de Osasuna sabe que de todas todas le tocará seguir sufriendo. Tampoco al de Chencho Jiménez, que parece bastante seguro mientras siga perteneciendo a la casta politiquil. Ni siquiera al del PP o al de UPN, cuyo empeño en ser una copia pirata del socialismo progre les llevará a eso, al socialismo progre. Pienso -y no duermo desde que lo publicamos en este Confidecial- en el futuro que para Navarra dibuja aquella no-pirámide poblacional ¿se acuerdan? Nos colocaba al borde del precipicio. Y los que pueden hacer algo en vez de dar marcha atrás usan el acelerador. Saben que faltan niños y no mueven un músculo para restaurar esas “unidades de producción de nuevos ciudadanos” que son las familias. Al revés, insisten en hacer imposible la procreación, en retrasar la edad de matrimonio, en descafeinar aún más el vínculo conyugal, en fomentar la lucha entre sexos con un feminismo fanático, en aniquilar la potestad de los padres en la educación de los hijos, en facilitar el feticidio prematuro. Es tan nítida la línea que sigue el rodillo progre y genocida de los ideólogos que nos mangonean que se ve perfectamente a dónde nos lleva. Pocas veces en la historia se ha podido ver tan claro el futuro como ahora, cuando la inmensa mayoría de los que llevan la voz cantante comparten las mismas recetas para alcanzar -eso creen- la felicidad de los navarros. “… y de las navarras”, como diría borreguilmente el jefe de los funcionarios (y funcionarias) de la tribu vecina.
Jerónimo Erro
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