Fernando San Miguel, economista

PEQUEÑO COMERCIO, ¿COMERCIO MUERTO? Desde que las grandes superficies comenzaron a implantarse en la comarca de Pamplona, algunas opiniones advierten de las implicaciones negativas que esto está teniendo sobre el comercio “tradicional” del casco antiguo de Pamplona. Sin ánimo de contradecir estos puntos de vista, creo que puede ser interesante plantear otra reflexión que aporte otra visión y otra forma de analizar la cuestión. En primer lugar parece que el hecho de que ciertos comercios “sean de aquí y de toda la vida” los hace más defendibles, más auténticos o en definitiva mejores para el consumidor. El comportamiento de los consumidores (que eligen libremente) nos revela lo contrario. Naturalmente se puede aducir que las grandes superficies compiten de forma desleal pues disfrutan de economías de escala contra las que el pequeño comercio no puede competir. Pero ¿no es esta “competencia desleal” similar a la que el comercio de Pamplona (o de los grandes núcleos urbanos en general) ejercía antes sobre las tiendas de los pequeños pueblos de la comarca? No parece justo demonizar a las grandes superficies como parásitos destructivos. No podemos olvidar que también generan empleo (y posiblemente más que el pequeño comercio), actúan como tractores de nuevas empresas o ideas de negocio, suponen importantes ingresos para las arcas públicas y en definitiva son fuente de riqueza y crecimiento. ¿No es cierto también que su implantación ha supuesto una mayor oferta y mejores precios para los consumidores? ¿No es esto positivo? ¿Qué puede hacer el pequeño comercio? Pelearse con la Administración puede ser una vía, pero no creo que sea fructuosa. La respuesta podemos hallarla si observamos que no todos los pequeños comercios del casco antiguo sufren la competencia de la gran superficie. ¿Por qué los clientes de ciertas tiendas “de toda la vida” siguen haciendo cola hasta la calle? Porque ofrecen un producto diferenciado. Se trata de ofrecer aquello que no encontramos en las grandes superficies, no sólo en cuanto a producto sino en imagen, servicio, calidad, cercanía con el cliente, información especializada, …etc. Naturalmente, esto es más fácil decirlo que implementarlo, pero esta es la fórmula según la cual, no sólo el pequeño comercio sino cualquier tipo de actividad, pueda competir con garantías de éxito en un entorno tan competitivo como el actual. Fernando San Miguel, economista

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