EL DIA DEL LIBRO EN NAVARRA Se nos ha escapado otro “Día del Libro”, con su 10% de descuento y sus buenas intenciones. Sean bienvenidas sean todas estas iniciativas a favor del libro y la lectura, pero no nos engañemos, mientras no mejore la calidad de la enseñanza a todos los niveles, esos intentos tendrán escasos resultados. Porque al final, un lector se hace a base de curiosidad intelectual y ganas de formarse. Y eso se adquiere en esa bendita época del colegio, que para algunos afortunados se prolonga en la Universidad. No sabemos qué incidencia habrá tenido esta jornada en Navarra. Seguramente, no demasiada, a pesar de que la nuestra es una Comunidad bastante lectora. Si nos fiamos de los últimos datos de la Federación de Gremios de Editores de España, en el año 2004 la primera región de España en lo que se refiere a los hábitos de lectura fue la Comunidad de Madrid, donde un 64% de la población mayor de catorce años se consideró lectora de libros en 2004. Por detrás de los madrileños, las regiones con mayor población que dedicaron parte de su tiempo de ocio a la lectura de libros fueron La Rioja, Canarias, País Vasco, Cantabria, Castilla y León y Navarra, todas ellas con cifras superiores a la media nacional (55% de lectores frente al 45% de población que asegura no leer libros nunca o casi nunca). No son malas cifras si las comparamos con otras comunidades, pero asusta pensar que en nuestra tierra, todavía el 45% de la población asegura no leer libros nunca o casi nunca. Eso sigue siendo mucha gente –demasiada- para una comunidad con un altísimo porcentaje de población universitaria. En Pamplona -como en el resto de España- el librero independiente tiene serias dificultades para subsistir. Hemos visto en pocos años como una librería reciente pero con prometedoras perspectivas llamada Luma, ubicada en el segundo ensanche, se ha visto condenada al cierre. Para muestra, un botón. Y eso que en Pamplona no se han instalado grandes cadenas como FNAC o Casa del Libro, y que El Corte Inglés no ha incluido entre sus servicios una librería demasiado potente. Sin embargo, en nuestra ciudad seguimos teniendo buenas librerías y buenos libreros. Y una magnífica red de bibliotecas públicas, que dan un gran servicio y que son cada día más frecuentadas. Centros públicos o privados, como Civican o el Club de Lectura Sayoa ofrecen actividades de fomento de la lectura que tienen éxito. No sé si la gente joven es la más asidua a este tipo de espacios. Con todo, parece un poco insuficiente el nivel de lectura en nuestra Comunidad (55%), teniendo en cuenta las facilidades que tenemos tanto por nivel educativo, como por servicios públicos o privados. Y curiosamente, la actividad editorial en Navarra es importante en proporción al tamaño de la población. Editoriales como Analecta, Ars Liber, Cenlit, Eunate, Urgoiti o Mintzoa, a pesar de su pequeño tamaño, realizan una labor nada desdeñable. Y una de las empresas más representativas de la Comunidad Foral es una editorial, Aranzadi, aunque ahora el capital sea extranjero. Tampoco hay que olvidar a EUNSA, que publica ya una cantidad nada despreciable de títulos anualmente. Así las cosas, una se pregunta qué futuro tiene el libro en Navarra, y sobre todo, qué futuro tiene la lectura. Porque el nivel cultural de nuestra Comunidad depende en gran parte de este aspecto, ya que la formación académica es un problema de toda España que necesita una solución de otro tipo. Una población que lee es, en general*, una población con mayor independencia de criterio y con mejores perspectivas de progreso. Y tal y como está el asunto, quizá deberíamos plantearnos muy seriamente que a Navarra le convendría estar mejor situada en el ranking de Comunidades lectoras, y que ser lector no significa ser solo lector de novelas. El asunto es: ¿cómo se consigue eso? *La de Argentina es una excepción que confirma la regla. Pilar Vigila
