Vamos a contar reuniones, tralalá

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En un mundo normal, sería Uxue Barcos la que habría tenido que justificar a cuántas reuniones había ido para poder cobrarlas. En el mundo al revés en que vivimos, sin embargo, hay que demostrar que no pudo acudir a todas las reuniones que declaró para que no cobre. En su favor, cabe señalar que el mundo al revés no lo inventó ella, por más que ella disfrutara de su invención, fake  firmas incluidas.

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Todo el mundo recuerda las dietas de la CAN e incluso las tridietas por celebrar tres mini reuniones, o dividir la reunión en tres, en una misma mañana. Aquello escandalizó a todos los navarros; pues bien, en este caso hablamos no ya de reuniones fugaces, sino de reuniones que ni se sabe si existieron porque no hay constancia alguna de ello. No obstante, como reseñábamos, en este escenario al revés los concejales cobraban sin tener que justificar el trabajo realizado y para que devuelvan lo cobrado habrá que justificar que no lo realizaron. En el caso de todos los demás concejales acogidos al sistema de dietas es casi imposible probar que no acudieron a las reuniones declaradas, pero en el caso de Barcos sí que podría suceder por todo el tiempo que pasaba en Madrid en calidad de diputada y porque no se puede computar más de una reunión por día. Es por esto que la investigación se centra en Barcos y no porque haya una persecución contra ella.

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El último episodio del caso Barcos es que el Congreso de los Diputados ha accedido a entregar al Tribunal de Cuentas toda la documentación sobre los viajes y asistencias de la actual presidenta. De este modo puede que finalmente se pueda comprobar si al menos son temporalmente posibles todas las reuniones declaradas y cobradas por Barcos.

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Pese a las protestas de la presidenta, lo cierto es que todo este asunto podría haber quedado cerrado mucho antes si hubiera salido de ella misma reclamar o presentar toda la documentación a iniciativa propia. Al contrario, Barcos siempre se ha resistido a ofrecer mayores explicaciones e incluso hace unos meses negaba que el Tribunal de Cuentas, pese a la evidencia, la estuviera investigando.

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Si el Tribunal de Cuentas le condenara finalmente a devolver los 69.000 euros cobrados en concepto de dietas, la economía personal de la presidenta quedaría en una situación delicada. Como todo el mundo recuerda, Barcos ha declarado reiteradamente que su patrimonio es cero, pese a los más de 100.000 euros anuales que ha estado cobrando. Ahora que su sueldo como presidenta es mucho menor que el que acumulaba como concejal y diputada, cabe preguntarse cómo haría frente al pago de 69.000 euros si no tiene nada ahorrado y con un sueldo de 110.000 euros no le sobraba nada a fin de mes. El Mini Cooper que era el único patrimonio declarado por la presidenta parece un activo escaso para hacer frente a un imprevisto de 69.000 euros. Otro tanto puede decirse de las acciones de Euskalerría Irratia. Barcos tendría que pedir dinero prestado y rebajar significativamente su tren de vida y su techo de gasto.

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El quebranto económico, sin embargo, será el menor de los males de Barcos si el Tribunal de Cuentas le condenara a devolver todo lo cobrado. De producirse tal escenario nos encontraríamos ante la muerte política de Uxue Barcos, salvo que la presidenta, como Trump, pueda presumir de que los suyos le seguirían votando aunque saliera pegando tiros a la gente por Carlos III. La pregunta a hacer a Barcos ahora mismo debería ser: “dimitirá usted si el Tribunal de Cuentas le obliga a devolver el dinero?”.

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Lo que por otra parte parece claro a estas alturas con todas las medidas adoptadas por el Tribunal de Cuentas y el Congreso, es que cualquiera que sea el resultado de la investigación, aunque al final favorezca a Barcos, se habrá demostrado que había caso, había materia sobre la que pedir razonablemente explicaciones, había una situación que había que aclarar y que de hecho se ha tenido que investigar, y Uxue Barcos, lejos de ser la primera en salir motu proprio a aclararlo todo, no ha dado en ningún momento un sólo paso que no se lo haya exigido antes un tribunal, lo haya recurrido y haya perdido el recurso.

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No es una batalla contra las personas, sino contra las ideas

Si Uxue Barcos cobró dietas por unas reuniones inexistentes, estará muy bien que rinda cuentas por ello. Pero no se trata de una cacería a la persona. En ese sentido, ni la dimisión de Uxue Barcos ni su absolución son relevantes en la gran batalla de las ideas. Aunque desapareciera Barcos del terreno político, de nada serviría si todas las personas que le votaron siguen conservando sus ideas y votando al sustituto de Barcos. Un sustituto que nadie garantiza que sea mejor que Barcos. Si Barcos cae porque ha hecho algo mal, no es ésa la gran batalla, aunque desde luego deba asumir sus responsabilidades. La gran batalla ni se acaba, ni se gana, ni se pierde, ya sea Barcos condenada o absuelta. Sería ingenuo decir que lo que suceda con Barcos resultaría irrelevante políticamente, pero ni su condena sería la victoria en la batalla de las ideas, ni su absolución supondría la derrota. Naturalmente que devuelva lo cobrado y asuma la responsabilidad que le corresponde si lo ha cobrado indebidamente, pero no tiene sentido obsesionarse ni con su condena ni con su absolución como si todo dependiera de ello, cuando la clave está en argumentar y convencer a los votantes de Barcos, en acabar políticamente con lo que piensa Barcos, no en acabar políticamente con Barcos.

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