2013 lleva camino de convertirse en el año más caluroso de la historia.
Es importante no confundir la visión tolkieniana de una Pamplona donde no dejaba de llover con la evolución de las temperaturas.
Aquellos que peinen canas y sean aficionados a la montaña podrán corroborar sin duda alguna la retirada hacia las cumbres durante las últimas décadas de los glaciares en Pirineo central.
El ser humano a ojos de un zoólogo es para el planeta el máximo exponente de lo que se denomina una plaga. Introduce un desequilibrio que fuerza la extinción progresiva de las restantes especies y modifica orográficamente la superficie terrestre como ningún otro agente natural en estos momentos.
A mis ojos, es ejemplo de inteligencia y muestra de ser una sociedad evolucionada, el buscar la sostenibilidad y limpieza de la propia casa. Por el contrario, no proteger el entorno en el que uno habita me parece un signo básico de involución e inconsciencia.

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Es curioso que este proceso express de pérdida de los glaciares coincide con los dos últimos siglos de industrialización.
En todo caso, detrás de esta eterna discusión de si existe o no el calentamiento global, no hay otra cosa que la batalla entre los que defienden generar electricidad con fuentes de tipo renovable o con fuentes no renovables. Unos dicen que el calentamiento es una excusa para imponer renovables que consideran caras y otros dicen que negar el calentamiento es la cerrazón a cambiar un modelo de generación finito y obsoleto.
Yo personalmente considero que la energía nuclear es más cara que la renovable por una sencilla razón. Nadie en España quiere apostar su dinero para poner una central nuclear y sin embargo ya están saliendo proyectos fotovoltaicos que van a vender la energía exactamente al mismo precio al que se vende actualmente la nuclear.
La nuclear no interesa a ningún capital privado. Un buen ejemplo es el informe que emitió Citigroup (ojo, incluso antes de Fukushima!) en el que concluye analizando punto por punto, que invertir en centrales nucleares no interesa en absoluto (http://npolicy.org/article_file/New_Nuclear-The_Economics_Say_No.pdf). La única fórmula para que salgan adelante centrales nucleares es cuando las financia el Estado, el dinero público, que como decía aquella ministra “no es de nadie”. Si un gran parque fotovoltaico se pudiera financiar y amortizar de la misma marena que se ha hecho con las nucleares la cuenta es sencilla y se comprueba que el kWh entregado sería más barato.
La energía nuclear ha sido un bluf porque nunca ha conseguido andar por su propio pie y no nos engañemos, la batalla en España a favor de la nuclear no es otra cosa que un interés por alargar 20 o 40 años más la vida de centrales que fueron diseñadas para los primeros 40 y que ya los están cumpliendo (prueben a proponer a nuestras queridas eléctricas que monten entre todas una sola central nuclear… una sola… aunque sea pequeñita…). Y por supuesto, esta prolongación de la vida se pide desde el lobby energético exigiendo no tener que incorporar ni reforzar la seguridad de las centrales y exigiendo exenciones fiscales de impuestos que sí pagan el resto de tipos de energía (peticiones que va a conceder nuestro Gobierno, por supuesto). Mientras tanto, la autoridad nuclear francesa y estadounidense miran a España y dicen que para nosotros parece como si Fukushima nunca hubiera sucedido.

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