Merkel vincit: el quesito alemán

A diferencia de España, Alemania es ocasionalmente capaz de que las principales formaciones pacten antes entre ellas que con las formaciones radicales. En 2005 fueron los demócrata-cristianos de Merkel quienes apoyaron a Schroeder y, con toda probabilidad, ahora serán los socialistas de  Steinbrück quienes apoyen a Merkel.

El quesito alemán

En Alemania va a producirse, por consiguiente, la formación de un gobierno transversal al más puro estilo de los defensores del quesito. No obstante, ¿es sano que los partidos mayoritarios acaparen el poder y dejen sin alternativas al resto de la población?

Indudablemente los grandes pactos entre las principales formaciones tienen la virtud de evitar que partidos radicales o antinacionales se conviertan en formaciones decisivas en la política nacional. Pero los grandes pactos transversales presentan sus propios inconvenientes. Por un lado, no sólo las formaciones radicales quedan relegadas a perpetuidad, sino cualquier formación minoritaria o novedosa. Por otra parte, es un grave problema generar a largo plazo una casta política que no se puede recambiar. Un sistema sin alternativa es casi un sistema totalitario. Es muy difícil que se pueda pilotar una regeneración desde el poder. Que una casta política se sepa irremplazable es todo lo que necesitan para florecer la corrupción y la ineficacia. Así se genera un sistema muy difícil de recambiar y al margen del cual o enfrente al cual la sociedad civil languidece y se marchita.

Naturalmente, el sistema puede general al final tal rechazo que las formaciones radicales a las que se trataba de bloquear acaben creciendo lo bastante para entrar en el sistema. Entonces se acumulan todas las desventajas de un sistema cerrado y ninguna de las ventajas de uno abierto. En el caso alemán, por lo menos, el quesito es un recurso extraordinario y no una costumbre adictiva.

España, cómo no, es un caso peculiar, ya que por un lado tenemos a las grandes formaciones del sistema en franca decadencia electoral y, sin embargo, durante años y años los radicales no sólo no han sido excluidos sino que han sido sistemáticamente preferidos y mimados. Tanto la estrategia del quesito como la de convertir a los radicales en los protagonistas y árbitros del sistema, llevadas al extremo, conducen acaso al mismo final. La diferencia entre medicamento y veneno es la dosis, por desgracia para un país excesivo como el nuestro.

Merkel arrolla

Volviendo a Alemania, Merkel ha arrollado. Los medios españoles, en general, nos han informado muy mal, porque se supone que los gobiernos de derecha son breves paréntesis infelices, hasta que a la primera ocasión el pueblo rectifica y vuelve a elegir un gobierno de izquierdas. Salvo el caso de Islandia y cien o doscientos más. Pues bien, es la tercera vez consecutiva que los alemanes apuestan por doña Angela, cuya coalición cristiano-demócrata pasa del 33,8% al 41,6% de los votos. Decíamos que la victoria de Merkel podía haber sido aún más arrolladora, bien porque sus socios liberales hubieran alcanzado el 5% de los votos (se han quedado en el 4,8%, por tanto fuera del mínimo para entrar en el parlamento), bien porque el trasvase de votos hubiera sido un poco mayor y la propia Merkel hubiera obtenido por sí misma la mayoría absoluta. De este modo el triunfo de Merkel ha sido arrollador, pero sólo por suerte para sus adversarios no aplastante por completo.

La buena noticia para el progresismo europeo, particularmente el español, es que eso de que si Merkel perdía nosotros íbamos a poder gastar lo que quisiéramos, que lo iban a pagar los socialistas alemanes, era básicamente mentira. Es decir, que las políticas de austeridad (si es que a un 8% de déficit le podemos llamar austeridad) van a cambiar entre poco y menos que poco. Podríamos consolarnos con la Francia de Hollande, siempre que nos olvidemos de que también él sube impuestos, recorta las pensiones y baja los presupuestos. En realidad todo va bastante bien para la izquierda europea, si prescindimos totalmente de la realidad.

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Comentarios (2)
  1. Hay que resaltar la superior calidad de la socialdemocracia europea frente al socialismo de Puerto Hurraco hispánico. El SPD se niega a pactar con Die Linke, la Izquierda Hundida alemana, con los comunistas emboscados por dentro.
    Aquí RuGALcaba y Bob Jiménez pactan con esos y con peores, ERC o Bildu tanto da. Si fueran alemanes, pactarían con Die Linke, con la Stasi y con la Baader Meinhof. Y con los Jemeres Rojos si fuera el caso.

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  2. navarrisimo says:

    No hay más que oír a RuGalcaba estos meses para darse cuenta que detrás del faisán está el,y eso es pactar con la mismísima serpiente Nazionalsocialista vascongoide.Navarra ,el precio de nuestra libertad es la eterna vigilancia! De los separatistas a por Navarra,los Bildus y los socialistos.

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