El de Corella sabe que su fortaleza está dentro del partido, y dentro del partido en los pueblos. Lo sabe él y lo saben sus partidarios. Fuera del cálido líquido amniótico de la militancia, su atractivo es prácticamente nulo. Esto también lo saben él y sus partidarios. Tan es así que los únicos medios que se han encargado de impulsar su candidatura han sido Público y, sobre todo, el nacionalista Diario de Noticias. Paradójicamente, el PPN resultaría el mayor beneficiario de una candidatura floja de UPN al futuro Gobierno de Navarra.
Miguel Sanz.
Sin su apoyo, Yolanda Barcina hubiera quedado en una posición demasiado débil dentro del partido. Incluso con el apoyo explícito de Sanz y su órdago, anticipando que no sería la candidata a la presidencia del gobierno sin ser también la presidenta de UPN, las aguas han seguido bajando revueltas durante todo este tiempo. Catalán es consciente de sus debilidades, pero podía presentar batalla si no tenía nada que perder y generar un problema interno. Sanz era consciente de la debilidad de un partido dividido y de que Yolanda Barcina es la única que puede llevar a UPN a un buen resultado en las urnas. Es por ello que, tras decantarse a favor de Yolanda Barcina, a continuación ofreció a Catalán la base de un acuerdo, asegurando que no lo veía como presidente pero sí en cambio “en la dirección y con altas responsabilidades”. Aquí estaba una posible base el acuerdo.
La alianza de los birretes y las boinas.
Por tanto, según las últimas informaciones que nos van llegando, parece que en base a todo lo anterior se habría llegado a un compromiso y, salvo sorpresa de última hora, Yolanda Barcina alcanzará pacíficamente la presidencia de UPN.
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