CHASCOS FUTURISTAS

CHASCOS FUTURISTAS Algunos escritores de ciencia-ficción -como Julio Verne- han acertado algunas veces. Pero los hay que no han dado ni una. Tampoco han acertado los futurólogos pamplonicas -como tantos otros de lugares diversos-. Y posiblemente siguen sin hacerlo porque se creen superiores a sus antepasados y no acaban de arrinconar un montón de prejuicios futuristas. Aquellos urbanitas super-progresistas soñaban con trazos de tebeo marcianito y se imaginaban ciudades neoyorquinas, pobladas por elevadas torres trillizas; envueltas en una nube de vehículos terrestres y aéreos como moscas. Primero se rieron del viejo casco viejo, luego derribaron las murallas y después comenzaron a construir avenidas, cada vez más rectas, cada vez más anchas, cada vez más largas. Pero han pasado los años y los seres humanos seguimos teniendo brazos y piernas y cabeza. Y entendemos que aquella parte vieja-revieja de la ciudad sigue siendo la más auténtica y la más humana. Y las murallas se han convertido en un objeto de deseo turístico cuyo perímetro completo se echa de menos. Y las grandes avenidas son calurosas en verano, y frías en invierno, y demasiado pequeñas para el tráfico rodado, y demasiado grandes para peatonalizarlas. Y al final resulta que lo más viejo se ha convertido en lo más moderno. Y se acerca poco a poco a la ciudad en que nos gustaría vivir: acogedora, bella, abarcable, equilibrada, viva. Todavía no está perfecto pero se ha avanzado bastante para modernizar la parte antigua de la ciudad. No quiero ni pensar lo que habrá que sufrir cuando toque modernizar Bustintxuri. Jerónimo Erro

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